De Aristocracia a La Hiruela

De Aristocracia a La Hiruela

Para expresar lo que hoy quiero escribir necesito un poco de dopamina. Me pediré un espresso grande, con mucho hielo. Deseando que las palabras fluyan y construyan un camino a desenvolver silencios. Silencios presos y vetados por años, forzados, prohibidos y evidentemente arraigados al desaliento sin sentimiento. Silencios que en nuestra época actual despiertan acelerados; comunicando que algunos de ellos, nunca fueron ni serán sensatos…. y mucho menos sanos

Una tarde de 1898, en el gran café Gijón; en Madrid, Antonia y Luisa platicaban de todo lo que no debe ser hablado por ningúna emperatriz. Susurraban como si estuvieran observando un juego de tenis, pero el tema de su conversación era como si estuvieran jugando. Una platica muy reñida y compleja, y aún así, ninguna perdía la cabeza. Antonia defendía lo silenciado y Luisa gritaba susurrando; la gravedad de no hablar, sobre lo que el mundo quiere mantener callado.

Y es que , Antonia viene de una familia altamente aristócrata. Una familia que guarda silencio ante los desplantes ajenos, se muerde el labio ante corajes masivos e internos. Manteniendo la espalda recta y la cabeza alta ante cualquier circunstancia; la destroce o la complazca. Enterrando cualquier sentimiento de inseguridad, humillación, dolor o incomodidad. Posicionando la Alexitimia como signos de poder y seguridad. Modales altamente enfermizos de aquella alta sociedad.

Luisa viene de un pueblo llamado La Hiruela. Un pueblo verde, lleno de aire fresco, bordado por transparencia y unión, sin gafas ni protección. Ilustrando desde el amor, la importancia de no sancionar emociones como el enojo, odio, tristeza, humillación, confusión o desamor. Un lugar con una sola ley, y esa es , todo hogar tiene paredes de cristal. Por ende, no tiene cómo sostener las apariencias de la perfección. Valorando y respetando lo que cada mundo lleva dentro. Gracias a esto, es más sencillo aceptar diferencias, tener empatía y mostrar simpatía.Siempre ofreciendo apoyo y espacio al que lo pida, con gente autorregulando sus emociones fuertes. Un pueblo que abraza el sentido de la oscuridad, brindando luz al que quiera y esté listo para caminar. Un pueblo que no conoce las apariencias, pues no hay mucha tela para ropas elegantes, ni mucho menos existen espacios para humillar mentes vulnerables. Sus modales son cuestionables por los que son rígidos e invulnerables. Y es que, al final Luisa y Antonia buscan llegar a un lugar donde el pie quebrado sea igual de importante que un alma sin mantenimiento ni cuidado.

-“La apertura de lo que yo hago fue en mil seiscientos sesenta y dos, lo que tu hoy defiendes, apenas se formalizó en 1879. No podemos comparar estados de relevancia con algo mucho más estudiado, elevado y formalizado. En fin, Luisa, una emoción no puede ser más importante que un pie quebrado.”

-“Lo importante es curar el alma, lo importante es sanar la mente y el corazón. Nadie anda por la vida con el pie enyesado por más de cuarenta a sesenta días, Antonia. Entonces porque se vale, se acepta y se apuesta andar con el alma rota por más de una vida? Eso de que en casa no se quiebran tazas y que la perfección vive a flor de piel, es un mito vestido de gala y aristocracia.”

    Antonia, conmovida y algo nerviosa, pero muy directa, contestó :

     -“La ignorancia inyectada me ha hecho confundir la mentira con la verdad. Ya no quiero vivir plasmada y automatizada por una perfecion que simplemente no hay. Hagamos un libro. Brindemos entre letras la sabiduría de tu pueblo. Brindemos a mi gente un espacio donde entenderán que es muy normal sentirse bien y sentirse mal. Me has hecho pensar que hay más vida después de cualquier ebriedad emocional. Enseñemos a sanar, liberemos agonías; presentando las herramientas de tu pueblo para así encontrar la paz y las alegrías. Desempolvemos la mentira que me han creado. Mi casa está hecha por bloques de cemento, por paredes fuertes y muy anchas, paredes que te cuidan pero también te arrebatan vistas hacia lo crudo e imperfecto, silenciando gritos y llantos, incluso hasta risas, una casa muy excluida, tanto que , el mundo parece ser perfectamente santo.”

      Meses después, escribieron un libro y gracias a su éxito en totalidad, Antonia y Luisa inauguraron un lugar muy especial. El lugar es llamado “Enyesa lo quebrado, ya sea el pie o lo insensato.” Antonia siendo podóloga cuida de los huesos. Luisa, escucha , valora y asesora a corazones lastimados. Haciendo historia, crearon un lugar donde lo vetado es borrado e impulsan hablar sobre todo lo callado.

      Vivimos en un mundo desprotegido de emociones y cegado a nuestras detonaciones. Educando tambaleando, buscando ser emocionalmente impecables y físicamente por siempre cabales. Poniendo curitas en los mismos lugares que nuestros ancestros. Sin embargo, hoy en día, podemos quitar el curita, para que así pueda sanar, sin tapar lo que tanto quiere respirar. Enyesemos y sanemos lo que tengamos emocionalmente quebrado. Fabriquemos un espíritu tranquilo con la libertad de ser y de sentir sin restringir.

      Reíamos tanto con el concepto del Doctor Corazón sin saber que al final, es el doctor más necesitado, ya que nos ayuda a abrir aquel baúl de herramientas, herramientas sembradas por aquellos que no sabían que existía la posibilidad de arrancarlas. Por ende, viven o vivieron con curitas tan profundamente pegadas y aferradas, que entre más pasa el tiempo, más duele despegarlas. Nos sembraron herramientas que fueron empacadas cuando teníamos alrededor de tres años y con esas mismas andamos por la vida paseando, ignorando el momento de sacar, limpiar y editar todo aquello que no nos hace bien e ir re-acomodando todo aquello que nos impulsa a trascender.

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