Me contó un amigo que hace un tiempo una persona muy conocida para él, le mandó una carta diciendo…

«La quise desde siempre pero ella nunca lo supo. Los años fueron pasando y yo seguí muy cerca de su vida, sus noviazgos y su casamiento. Estuve a su lado cuando nacieron sus hijos y hasta fui el padrino de uno de ellos. Su rostro se iluminaba cuando me veía, su sonrisa me turbaba. Yo la amaba, pero ella no lo sabía… era mi amor imposible.

Nunca me casé, quería vivir para ella. Jamás me atreví a insinuarle nada de mis sentimientos, y un día… ella enfermó. Todo pasó muy rápido, sabíamos que moriría pronto. Fui a verla, me quedaba largos ratos a su lado y no había alegría en su pálido rostro. En un momento sentí que su mano se apretaba fuertemente a la mía; abrió sus ojos, tristes, llorosos. Sus labios susurraban las palabras que siempre anhelé pero jamás creí escuchar. Muy suave, lentamente, me dijo «Gracias por todo lo que me diste. Te diré un secreto… Te quiero, te amé como a nadie en este mundo pero nunca me animé a contártelo, tuve miedo… que no me amaras.» y se durmió.»

Hoy creo que aquella persona que sufrió esta gran pérdida debe estar leyendo, hoy quise compartir esta historia y dedicársela. Hagan esto, díganle a la persona que aman lo que sienten. 

Después puede ser demasiado tarde.

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