Pensé dos veces antes de volver a gritar.
-¡Aquí! ¡Ayuda!
La vibración comenzó a sentirse nuevamente, pero esta vez se sentía cada vez mas fuerte. Se acercaban a mí. Comencé a levantarme poco a poco, pero no me aleje de la camioneta, en caso que debiera cubrirme. El todoterreno se hizo ver, dobló por la calle en la que me encontraba, y comenzó a andar en mi dirección. Se detuvieron a unos metros de mí. La persona con el megáfono se bajó del todoterreno, levantando las manos.
-Tranquila…no queremos lastimarte.
<< ¿Cómo se que eso es cierto? >> pensé.
Al ver que no me movía, se quitó el pasamontañas (que seguramente utilizaba para protegerse del sol). Para mi sorpresa, era una mujer.
-Ven con nosotras. Te llevaremos al refugio. Allí podrás descasar.
El hecho de que sea mujer me generó cierta confianza. Pero aún era una extraña. De igual forma, si me quedaba, no estaba segura de cuánta oportunidad tenía, asi que decidí ir con ella. Me erguí del todo, y comencé a avanzar como podía, pues la pierna me ardía de dolor. Al ver que estaba herida, se acerco a ayudarme, y juntas llegamos hasta el todoterreno. Me ayudó a subir al asiento trasero, y luego subió ella.
-Está muy herida- le dijo al conductor- vayamos directo a La Caja. Necesita ayuda.
-Tu mandas, Can.- Para mi sorpresa, la conductora también era mujer. De alguna forma, me tranquilicé un poco más. Solo que no entendí a qué se referían con “La Caja”.
-¿Qué es “La Caja”?- pregunté.
-Es el refugio del que te hablaba. Tranquila, descansa durante el viaje, cuando lleguemos entenderás un poco mejor lo que pasa.
Algo en mi interior me decía que saltara de ese todoterreno. Que algo no andaba bien. Que debía huir, pues no tenía motivo para confiar en estas personas. Ni siquiera sabia si ese refugio era real.
-¿Cómo te llamas? – me preguntó la tal Can.
-Soy…
Me quedé en silencio unos segundos. Mi nombre. Por Dios, ¿cuál era? Esto no podía estar pasándome ¿De verdad no recordaba mi nombre? ¿Cómo es eso posible? No es tan difícil, una mujer de…no puede ser. Tampoco sabía mi edad. Comencé a buscar en mis bolsillos, con la esperanza de cargar conmigo algún tipo de documento. Nada. Mi cara de desesperación debió haber sido tal que Can procedió a tranquilizarme:
-Descuida, es normal. Muchas sobrevivientes no recuerdan su nombre. No te presiones, una vez que te instales y descanses, tu memoria poco a poco comenzará a volver.
La piel se me puso de gallina. No podía creer esto, era demasiado surreal. Comencé a darme cuenta de que no solo no recordaba mi nombre, o mi edad…tampoco recordaba en cómo había llegado a ésta situación, qué me había pasado, por qué estaba inconsciente en la arena, por qué tenía la pierna herida…por qué no había nadie más allí conmigo.
Volví al presente y miré detenidamente por la ventana. Casas destruidas, autos oxidados, las tiendas con las puertas rotas y vaciadas…arena por todas partes. No había personas, ni siquiera aves o perros. No recordaba ni el nombre de la ciudad en la que estaba. Todo lo que se es que la casa junto a la que desperté me resultaba familiar…pero eso era todo.
-Yo soy Candace, pero puedes decirme Can. Kayla es mi compañera, es algo callada, pero no te hará daño, descuida. Faltan algo asi como 20 minutos para llegar, asi que lo mejor será que intentes descansar un poco hasta que lleguemos.
¿Tenía alguna otra opción? Estaba asustada, desorientada, preocupada…pero no tenía la energía para transitar ninguna de esas emociones. La sed, el hambre y el calor me sobrepasaban. A pesar de haber estado inconsciente durante Dios sabe cuanto tiempo, tenía un cansancio horrible. De todas formas, si no me habían matado hasta ahora, no creía que lo hicieran. Así que, medio por decisión y medio porque el sueño me ganó, me quedé dormida en el asiento trasero, con la cabeza apoyada en el cinturón de seguridad.
…
Un bache hizo sacudir el todoterreno, y me hizo despertar de un salto. Por un momento me había olvidado por completo de dónde estaba.
-Justo a tiempo. Ya estamos por llegar.- Can me miraba de reojo mientras yo recobraba el sentido. Me había dormido profundo. Miré hacia afuera. Ya estaba oscureciendo, el sol no era tan brillante, pero el calor seguía siendo igual…o peor.
-Bienvenida a la caja…
Volteé hacia el parabrisas del todoterreno, y me acerqué a los asientos delanteros. Frente a nosotras, agrandándose a medida que avanzábamos, apareció un enorme muro, de unos 15 metros de altura (ya entendí por qué le llamaban “La Caja”), con una sola entrada. Por encima podía verse alambre de púas colocado a lo largo del borde superior del muro. En la entrada, 6 uniformados (¿o uniformadas), cuyas caras estaban descubiertas, nos esperaban sosteniendo cada uno una M16. Esto no me gustaba nada…
Llegamos a la entrada, y una de las uniformadas (ya de cerca, se veía que eran todas mujeres) se acercó a la ventana de Kayla. Se saludaron. Luego saludo a Can. Por último, escaneó rápidamente el asiento trasero para verme, y posteriormente les hizo seña a las demás para que abrieran la entrada. Una de las mujeres cerca de la entrada golpeó el portón de hierro, y desde adentro lo abrieron de par en par. No tenía ningún tipo de abertura o cerrojo en el exterior, asi que supuse que la única forma de abrirlo era desde adentro. Me pareció algo inteligente.
Una vez que la entrada se encontraba abierta del todo, comenzamos a avanzar nuevamente. Algo dentro de mí me decía que, una vez que cruzáramos el umbral, no habría vuelta atrás. Y, sin embargo, allí estaba, entrando a un lugar completamente desconocido, con personas completamente desconocidas.
Al entrar, luego de avanzar unos metros en el todo terreno, éste se hizo a un costado y se detuvo. Pude observar que el muro de 15 metros en realidad eran 4 muros, que se extendían a lo largo hasta quedar muy por fuera de mi rango de visión. La Caja era realmente enorme. Dentro, parecía una especie de ciudad aparte. Una especie de ciudad militar. Lo poco que pude ver frente a mi era una pequeña plaza con niñas jugando, y una construcción con forma de rectángulo que era angosta en el frente y larga hacia atrás. Tenía un + rojo pintado en el frente, en la entrada. Can se volteó hacia mi: -A partir de ahora debemos ir a pie. Pero no te preocupes- dijo -sabemos que estas herida. Ya habíamos avisado al escuadrón de salud con nuestras radios.
<< ¿Radios? ¿Llevaban radios? ¿Había señal? >>
De pronto, una mujer con cara mucho más amigable que las demás que había conocido hasta ahora, apareció junto a mi puerta con una silla de ruedas. Can y Kayla me ayudaron a bajar y me sentaron en la silla. Se despidieron de mí y la tercer mujer empujó la silla en dirección a lo que parecía ser una especie de hospital. La puerta del edificio estaba custodiada por otras dos mujeres, que tampoco llevaban la cara cubierta. Miré hacia arriba y noté que el muro del exterior no era solo un muro…la construcción también tenía un techo.
-Es para protegernos del sol durante el día. – dijo la mujer -A esta hora no hay mucha diferencia entre el interior y el exterior de La Caja, pero durante el día, la construcción nos permite que podamos estar en el exterior de nuestras casas, pero sin tener que cubrirnos la cara y el cuerpo por el sol.
-Gracias…
-Sara.- me respondió -Me llamo Sara.- La miré con atención. Tenía unos bonitos ojos marrón claro, y cabello castaño, con un mechón rojo.
Al llegar a la puerta, las guardias las abrieron para nosotras, y Sara me llevó por un largo pasillo, durante unos metros. Luego giró a la izquierda, y entró en una habitación. Había tres camas separadas por dos cortinas, pero no había nadie mas allí. Me dejó junto a la cama de en medio. Y, con ayuda de ella, me tumbé en la cama. Dios, la pierna realmente me dolía.
-Quédate aquí- dijo Sara- iré a buscar a alguna médica para que te atienda.
Rápidamente se fue, dejándome sola. Dios, ¿qué estoy haciendo? Ni siquiera estoy segura de estar a salvo aquí. Hasta donde yo recordaba… no, no recordaba nada. No puede ser, ¿cómo es que no recuerdo nada?
-Hola- otra mujer, con una bata blanca, entró en la habitación y se acercó a mi – ¿Cómo te llamas?
-Hola, yo… n-no recuerdo
La mujer suspiró.
-Descuida, muchas de las supervivientes que llegan aquí tienen amnesia. Pero es temporal, no te preocupes. Pronto comenzarás a recordar todo.
– ¿Hay más sobrevivientes a parte de mí?
– Claro…no quiero agobiarte con mucha información, pero no eres la única que ha llegado aquí en estas condiciones. Yo soy Alice, por cierto. Soy médica.
Alice se acercó más a mi y señaló mi pierna. -¿Puedo?- refiriéndose a si podía revisarme, a lo que respondí que sí. Abrió un cajón y sacó un frasco de lo que parecía ser solución salina. La aplicó directamente sobre mi herida, y de pronto…sentí como mi presión descendía.
Todo se volvió negro…
OPINIONES Y COMENTARIOS