El hombre sin rostro está ahí,
se parece a ti y a mí,
se parece a ella y a él.
El hombre sin rostro puede estar en cualquier parte.
El hombre sin rostro se parece a todos,
pero es totalmente diferente,
aunque luzca exactamente igual,
porque sigue siendo el hombre sin rostro.
El hombre sin rostro podría ser cualquiera,
aunque en realidad no es nadie.
El hombre sin rostro se parece a ti y a mí, se parece a todos menos a él mismo.
El hombre sin rostro nos conoce
a ti y mí, los conoce a él y a ella.
El hombre sin rostro conoce a todos;
a todos, menos a él mismo.
El hombre sin rostro puede fingir cualquier rostro, pues sabe cómo son todos.
Pero el hombre sin rostro no sabe cómo es él mismo, porque ha pasado demasiado tiempo sin rostro.
El hombre sin rostro
no necesita espejo
porque el hombre sin rostro
no tiene rostro, ni identidad, ni propósito.
El hombre sin rostro ha olvidado
su rostro, su nombre y su historia.
El hombre sin rostro ya no sabe quién es,
ese es su castigo.
Porque aunque pueda imitar
todos los rostros,
el hombre sin rostro,
solo puede ser
el hombre sin rostro.
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