EPISODIO 1: ¿Rumores o Verdades?

Era una noche cualquiera en las calles de Phoenix Arizona, el viento soplaba, los animales ya sean perros o gatos se preparaban a descansar, las bocinas de los carros de aquellos trabajadores que salían tarde no dejaban de escucharse, se percibía un aura tranquila en toda la ciudad.

Y así era noche tras noche en ese territorio patriota, aunque como siempre la calma se puede confundir con la quietud, quietud reflejada cuando un hombre de 27 años trajeado con color gris, piel morena, una corbata amarilla y un sombrero de copa de color negro con una línea amarilla puede estar siendo amenazado con una pistola sostenida por un joven de unos 17 años con cabellos oscuros, piel pálida, una sudadera azul rey, pantalones de mezclilla negros y guantes de cuero negros sosteniendo la pistola y apuntando a la cabeza del trajeado con ojos carmesí en un escenario tal como un callejón oscuro con basura acumulada en el centro de la ciudad alado de un bar.

– ¡Oye oye! ¡T-Te daré lo que quieras tranquilo!

– ¡Dame esa maldita billetera y tu ridículo sombrero ahora! – El joven para estar bajo una droga pues se reflejaba en sus ojos.

– ¡C-claro claro! ¡Solo dame un segundo! – Sin demora alguna este saco su billetera de su bolsillo izquierdo trasero entregándosela con su temblorosa mano.

Acercando su mano hasta la billetera de él se la arrebataría con fuerza sin dejar de apuntarle, aunque esta vez a su estómago

– ¡Ahora tu sombrero!

Este se lo daría e incluso pondría en la cabeza del asaltante acomodándoselo de mejor manera para que no tuviera complicaciones al usarlo.

– A-ahí tiene joven… ¡Ahora por favor déjeme ir!

De la nada unos dos ojos rectangulares de luz blanca se hacían presentes detrás del joven aun sin poderse notar debido a la oscuridad que poseía el callejón, la sombre se acercaba lentamente hacia ambos sujetos sintiéndose para el trajeado un mal y a la vez buen presentimiento.

El joven sin idea de aquellos se alejaba del sujeto sin dejarlo de mirar y apuntar donde ya tenía seleccionado – ¡Bien! ¡Hasta nunca idio!-

Sus palabras serian interrumpidas pues la sombra se haría completamente presente tomando de la boca al joven con fuerza sometiéndolo, el joven desesperado empezó a revolotearse para salir de su agarre, algo que lo haría por completo en vano pues la fuerza de la sombra parecía ser casi inhumana, decidió entonces empezar a pisar los pies de aquel que lo sometía, algo que también seria en vano pues la sombra no se inmutaba.

El trajeado habría caído sentado en el suelo viendo con terror aquella escena pues para el era demasiado lo que sucedía en ese momento, de un asalto, a una tortura.

El joven ya completamente desesperado y sintiendo que el aire se le acababa empezó a disparar a la pierna derecha de la sombra viendo como solo salían chispazos debido a los impactos, la sombra seguía y seguía hasta que en un momento con fuerza trono el cuello del joven rompiéndoselo a la vez.

Los ojos del trajeado solo reflejaban terror e impotencia de la situación mientras veía como el cuerpo inerte del joven caía al suelo estampado la cara con este, la pistola habría caído ya con todo el cargador vacío y el sombrero y billetera del trajeado también habían caído justo enfrente suyo.

Aquella sombra de repente le llego luz mostrando un hombre de unos 1.88m de altura, un cuerpo corpulento envuelto en un abrigo negro y naranja, unos pantalones cargo con placas de un metal oscuro en sus pantorrillas, rodillas y en el resto de las piernas en pequeños pedazos para no comprometer la movilidad de este, su parte superior era presentada con el abrigo antes mencionado, unos guantes tácticos negros, y en su rostro llevaría puesto lo que sería una máscara balística de color negro, con una línea pasando cada ojo de arriba hacia debajo de color naranja y sus ojos desprendían una luz blanca intensa, llevaría puesta una capucha naranja que era parte del abrigo y que a la vez se distinguía de esta siendo completamente naranja, en su pecho llevaría lo que sería el símbolo de un ave de fuego con ambas alas abierta y su pico dirigido hacia el lado izquierdo.

– ¿Q-quien eres?…

Este solo se tronaría los dedos de sus manos en forma de puños, dirigiría su mirada hacia los ojos del trajeado sin presentar algún remordimiento del acto que acaba de hacer.

– Llamame…Centurion…

EPISODIO 2: Tiroteo en el Camino

Centurión, ese era el nombre de aquel sujeto tan extraño que se hice presente en anochecer, el trajeado apenas pudo procesar esas dos palabras que salían de la mascara de la sombra, una que por obvias razones jamás olvidaría y sacaría de su mente. El pobre hombre solamente se esperaba lo peor y estaba ya preparado para una muerte dolorosa y agonizante.

Aunque esta vez la suerte le sonreiría pues el Centurión tan solo se dio la vuelta, lo vio de reojo y camino a la salida del callejón para luego desaparecer con la oscuridad de la noche, dejando aquel cuerpo del menor edad enfrente del trajeado ya con los sin expresión y blancos de muerte.

Joe, atemorizado y tembloroso se levanto del suelo, agarro su billetera y sombrero para luego salir corriendo del callejón dejando también el cuerpo del joven atrás suyo. Saliendo del callejón volteo a ambos lados buscando al Centurión, llevándose la grata sorpresa de que este ya habría desparecido de sus campos de visión. Suspiro, acomodo su billetera, se puso su sombrero y camino de vuelta a casa a darse un buen baño y dormir para tratar de olvidar todo lo que paso en ese callejón.

Aquel Centurión se encontraba en las azoteas de los edificios saltando uno sobre otro con mucho cuidado para no caer y ser descubierto públicamente, en la ciudad ya había muchos rumores de un vigilante con la fuerza de un león, la vista de un águila, los sentidos de un insecto y la velocidad de un colibrí, los ladrones y compañía ya se mantenían alertas por la noche pues aunque eran simples rumores había suficiente evidencia para afirmar tales avistamientos, el Centurión no se sentía intimidado por las armas, chuchillos y objetos punzantes teniendo una confianza en si mismo, una demasiado fuerte, tanto que se consideraría algo suicida para algunos, o digno de un loco de las calles que solo busca hacerse famoso.

Llegando a una pequeña cabaña arriba de una casa entraría sin alguna preocupación, bajando su capucha, quitándose su mascara y el pasamontaña que tenia debajo de esta, mostrando una cara de aspecto un tanto fuerte, cabellos sombríos algo desatendidos, ojos marrones con ojeras presentes, una barba leve que solo se contenía en la barbilla mas no en las patillas y sin algún bigote presente.

Su tiempo ahí no seria tardío, pues tan solo checo información de la policía en un monitor que tenía montado ahí dentro mostrando que estaba bien equipado en tecnología, gracias a esto registraría cualquier actividad y llamada de la policía, y si era de su interés iría sin demora alguna.

Una llamada llegaría para todas las unidades, indicando un tiroteo a las afueras en la ciudad, justo en una de las carreteras que entraban a la ciudad, el oficial describiría a los asaltantes en camionetas de un color morado intenso, y aquellos que les disparaban llevaban pañuelos en sus bocas del mismo color disparando a todo cargador contra los policías.

Este apenas al escuchar la descripción de los atacantes se puso rápido todo su equipamiento para salir de la cabaña y dirigirse hacia el punto de acción.

Llegando se daría cuenta de que varios oficiales ya habrían sido abatidos por los maleantes, suspirando fuertemente este llegaría por detrás de los policías tomando impulso y saltando por encima de una patrulla dirigiéndose directamente a uno de los tiradores enemigos.

El tirador sin duda empezó a disparar a donde llegaran la balas contra el Centurión aunque por su grata sorpresa se dio cuenta de que aquellas balas no lo hacían ni templar, aquel vigilante tomaría el arma del contrario, la partiría en dos y la parte del cañón la atravesaría por el ojo del tirador matándolo al instante, los demás tiradores vieron con ojos saltados aquella escena retrocediendo levemente, la máscara del Centurión habría quedado un poco manchada de sangre por la cercanía del asesinato viendo a todos los tiradores de forma inerte con sus dos ojos blancos de luz.

Los demás asaltantes habrían quedado paralizados por la muerte de uno de sus compañeros, uno de ellos sacaría una navaja de su cinturón y gritando a todo pulmón se abalanzaría contra el Centurión dirigiendo la navaja hacia uno de sus hombros.

Con un simple movimiento esquivaría el ataque para luego agarrar un brazo del atacante para de un fuerte impulso rompérselo, luego tomaría la navaja que el tenía y le cortaría la garganta, el cuerpo del atacante habría quedado en el suelo muerto, junto un charco de sangre y la navaja en el suelo.

El Centurión miraría de reojo a todos los demás tiradores, los cuales solo apuntaban contra el mas no disparaban pues se pensaban dos veces si disparar o huir del sitio, uno de ellos se acerco hacia el vigilante con una escopeta disparando al pecho de este, el Centurión tan solo fue empujado un poco por el fuerte impacto mas no se alarmaría y tampoco mostraría estar alterado.

El vigilante iría corriendo hacia el para con un puño golpear su rostro, y mientras el maleante echaba la cabeza atrás por el golpe que recibió este agarraría la escopeta para luego apuntar a la cabeza y borrarle la cara al contrario de un disparo, impactaron todos los perdigones en su cara dejándolo desfigurado para luego caer al suelo inerte.

Todos los demás tiradores al ver el tercer asesinato de sus compañeros decidieron subirse a las camionetas, encender motores y salir rodando de ahí, para la mala suerte uno de los tiradores se habría tropezado el mismo debido a los nervios del momento, decidió a levantarse seria interrumpido por el Centurión el cual con un pie lo mantenía en el suelo boca arriba apuntándole con la escopeta del anterior tirador.

– ¡Ten piedad de mi por favor te lo ruego! -Gritaba con fuerza en el suelo tratando de zafarse del pie del vigilante, algo que sería inútil.

– ¿Quiénes son ustedes y para quien trabajan? -Decía el Centurión poniendo cada vez más presión en su pie sacando todo el aire del tirador.

– ¡Somos un grupo de criminales llamados la comunidad purpura, nos contratan anónimamente a hacer encargos! -No se resistiría pues el miedo le permitía hablar con toda la verdad.

– ¿Por qué están aquí?

– ¡Nos dijeron que hiciéramos un bloqueo en este sitio y disparar a todo lo que llegase se lo juro!

– Bien, ¿en donde se encuentra el sitio de tu grupo?

– ¿Qué les va a hacer?…

Pondría aún más presión en el pie y le quitaría el seguro a la escopeta apuntando aun mas de cerca al rostro del maleante.

– Mejor preocúpate de lo que te voy a hacer a ti, ¡Habla!

El tirador se moria de miedo pues temía por su muerte.

– ¡Okey! ¡Esta al oeste de aquí, pasando la estación de gasolina y antes de las montañas del Sur!

– Bien, hay servido a una causa más grande, ¿mataste a algún oficial?

– No, me quede en medio y tan solo me toco disparar contra los neumáticos pues me lo ordenaron.

El centurión vería directamente a los ojos del maleante dándose cuenta que decía la verdad, por lo que dándole la vuelta a la escopeta le daría un golpe en la frente con la culata noqueándolo dejándolo en el suelo dormido, quitaría su pie de el y de un rodillazo rompería la escopeta dejando partida en dos en el suelo, luego de eso se dirigiría con los oficiales para tan solo hacer un padre nuestro, unas palabras que no se entendían y salir de la escena por las afueras de la carretera dirigiéndose hacia el Oeste para vengar la muerte de los policías fallecidos y tal vez encontrar respuestas propias , los oficiales quedarían perplejos por la escena que habían visto, más solo se concentrarían en recoger los cuerpos de sus compañeros y avisar a sus familias correspondientes.

– (Comunidad Porpura…C.P., tal vez sepan o tengan algo de lo que busco…)

CONTINUARA…

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