𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐. 𝐁𝐢𝐠 𝐁𝐚𝐧𝐠 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫

𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐. 𝐁𝐢𝐠 𝐁𝐚𝐧𝐠 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫

𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐.

Leo
Después de dos años, mi mamá y yo regresamos al Condado de ValeyCity, todo parece igual, excepto por el nuevo Planetario donde conocí a la chica más hermosa del universo de quién no he dejado de pensar.

Sinceramente, no creí regresar a ValeyCity, tras la muerte de mi papá por un accidente automovilístico, mi mamá decidió aceptar la propuesta de trabajo fuera del Condado, y con ello, mudarnos por un tiempo hasta que tuviera el suficiente dinero para abrir su consultorio dental cerca de nuestra antigua casa.

Después de estar tan lejos de la ciudad que me vio crecer, comprendí que la vida siempre te sorprende y un día te das cuenta de todos los golpes que te ha dado, pero a pesar de todo ello, no queda más opción que levantarse y seguir adelante.

Y ya de nuevo aquí, en mi ciudad natal, los recuerdos invaden mi mente, es ahí donde me doy cuenta de la tan valiosa presencia de mis amigos Orión y Maia, sin ellos este proceso de readaptación a la ciudad y la preparatoria, en definitiva sería un caos.

El verano ha terminado y hasta el momento, debo reconocer que ha sido uno de los mejores; dentro de dos días inician las clases, por fortuna en esta nueva institución ya no llevaré uniforme, por lo que es más cómodo y brinda la oportunidad perfecta para mostrar cuál es mi estilo, desafortunadamente no tengo mucha variedad de ropa para usar, tendré que esperar el próximo fin de semana para ir a las tiendas departamentales y comprar un par de outfit’s; estoy seguro de que si mi abuelo viera este dilema diría que los jóvenes nos complicamos la vida por pequeñeces, mientras mira el paisaje y termina la frase con su famoso «antes todo esto era monte», señalando con su dedo al horizonte, cuestión que siempre me sacaba una carcajada.

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Lunes por la mañana.
Después de salir de bañarme, no sabía que ponerme de ropa, durante unos minutos de búsqueda, decidí elegir una camisa de cuadros color rojo estilo deslavado; que fungiría como chamarra, usándola sobre la sudadera blanca que me había regalado mi mamá hace unos días; un pantalón de mezclilla color azul y mis tenis blancos.

—¡Ya está el desayuno! —escuchaba a mi mamá decir, mientras seguía arreglándome para salir.

Mientras desayuno, el timbre de la casa suena. Deduzco que se trata de Maia y Orión, las voces que se escuchan atrás de la puerta me hacen pensar en ellos, después de abrir la puerta me doy cuenta de lo atinado que estoy.

—¡Qué bien luces Leo!, veo que hoy te toco baño —decía Maia con tono de burla, provocando la risa estridente de Orión.

—La ocasión lo amerita, además es lunes, ya me tocaba —respondí.

Algo que siempre me ha gustado de Maia es su forma de vestir, ese estilo hipster y en ocasiones badass, que sigue teniendo al pasar de los años; pero en esta ocasión, lo que la hacía brillar era ese majestuoso color gris platinado de su cabello. El suéter tejido color arena, sus jeans negros y botines del mismo color que su suéter, la convierten en una chica demasiado atractiva.

Contrario a Orión, quién desde que lo conozco ha optado por un estilo más cómodo, siempre dejando clara su fascinación por los gorros, y hoy no fue la excepción, la combinación entre sus tenis y el gorro acompañaban de una manera no tan sutil a la sudadera de color negro y al pantalón de mezclilla que llevaba, «estilo estelar», diría él.

—Espero ya estés listo para salir, aún tenemos tiempo suficiente para llegar, pero es mejor salir con anticipación y alcanzar asientos en el Bus —sugería Maia.

—¡No olvides llevarte el pequeño almuerzo que te preparé! —gritaba mi mamá desde su cuarto, mientras salía yo.

Camino a la preparatoria, Orión se encarga de explicarme la ubicación de los salones para no perderme y que no cometa el error de entrar a un aula que no me corresponda, como típico estudiante en su primer día; a su vez, Maia me extiende la tira de materias que tendremos en este curso, incluyendo los nombres de los profesores de quienes la impartirán, algo que siempre sabe Maia, es uno de los tantos trucos que aún no logro aprender.

*****

Antes de entrar al salón, debo presentarme en la dirección para que me entreguen el formato de nuevo ingreso, mismo que debo mostrar a cada uno de mis profesores durante la primera semana, motivo por el que Maia y Orión deciden adelantarse, así podrían buscar tres asientos vacíos para poder sentarnos juntos. 

Al llegar a la dirección, la secretaria Mady ya estaba en la puerta; nunca me imaginé que su rostro reflejaría tanta juventud, sin miedo a equivocarme, podría decir que me llevaba aproximadamente diez años, su cabello castaño y ondulado desprendía un olor a manzana, mismo aroma que inundaba su espacio de trabajo que a decir verdad, este también era impecable, ordenado y limpio.

—Usted es el chico de nuevo ingreso, ¿verdad?—. Su voz se escuchaba tan cálida y amable, que uno podría quedar encantado a su lado.

—Sí, sí, soy yo. —digo mientras regreso a la realidad. 

—Muy bien, pasa, el director quiere darte la bienvenida. Y cuando salgas, no olvides pasar conmigo para entregarte tu formato de ingreso. —decía muy amablemente la señorita Mady.

—Muchas gracias, con permiso. —digo mientras entro a la oficina.

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Después de la pequeña charla con el director, salgo para dirigirme al salón de clases, donde la profesora está en la puerta esperando a que ingresen todos los alumnos.

—Me imagino que tú eres el compañero nuevo, bienvenido. En un momento te presento con la clase, soy la señorita Susy e impartiré la clase de Filosofía. —comentaba mientras extendía su mano para saludarme.

—Me llamo Leo, es un placer conocer la señorita Susy—.

Al sonar la campana, la profesora entró al salón y pidió la atención de la clase. Jamás me había sentido tan nervioso y mucho menos por algo tan absurdo.

Cuando la profesora terminó de hablar, entré al salón, comencé a recorrer con la mirada a los demás compañeros, mi corazón empezó a latir muy rápido, por alguna extraña razón mis manos sudaban y sentía que mi rostro empezaba a sonrojarse; los ojos más hermosos de color gris que hace unos días robaron mi corazón volvían a aparecer frente a mí.

Creo que este año será inolvidable, digo en mi mente mientras camino por las cuatro filas de butacas para llegar a mi asiento.

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Al finalizar la clase, me acerqué con mis amigos para que me explicaran más acerca de los demás compañeros, desde luego ese sería el pretexto perfecto para saber más sobre aquella chica de ojos grises, pues de lo único de lo que estaba seguro, era el amor que, como yo, también le tenía a la Astrología.

Maia y Orión se turnaban para explicarme los nombres de los compañeros y qué tan amistosos eran.

—Iniciemos con el grupo de la primera fila, ahí encontrarás a los más aplicados, sus nombres son: Mercedes, la chica de cabello corto, la que tiene el moño color rosa es Mónica, el chico de lentes es Pablo y por último, el chico que lleva su libro de Óscar Wilde se llama Johan. De ellos te puedo decir que son buena onda, aunque eso sí, en cuestión de tareas o proyectos, suelen ser muy egoístas para ayudar— decía Maia señalándolos con su pluma.

—Si miras al centro, encontrarás a dos grupos ocupando esas dos filas, en la del lado izquierdo están los que siempre apoyan las ideas del salón, allí verás a Julián, Taylor, Peter, Kante y su novia Luciana. De tu lado derecho, como puedes ver, se encuentran esas tres chicas, siempre las hemos visto juntas, iniciando de izquierda a derecha, está Andrómeda, la más bajita de ellas; siguiendo con Aurora, una de las chicas más bellas del salón. —agregaba Orión a las palabras de Maia 

Mi mente dejó de oír después de escuchar su nombre, mi plan había funcionado a la perfección hasta que Orión “me bajó de mi nube”, rematando su descripción.

—Es la novia del QB de americano, y te recomiendo mantenerte al margen, suelen ser muy hostiles. Y para terminar, está Zaniah, un poco más alta por centímetros que Aurora, de las tres, la más sociable y también una de las más bonitas.

—Ya sabemos que te gusta Orión, no tienes que disimular, —decía Maia en tono de burla interrumpiendo su comentario.

—Ahora bien, en la parte trasera del salón, tenemos a los más populares y los que siempre quieren llamar la atención, iniciando por su líder, Kelly, la Barbie de este lugar; quién la abraza es su novio Pitt, el pateador del equipo. Y todos los que están a su alrededor son sus perritos falderos, —expresaba Maia dejando en claro que no les cae bien; la personalidad de Maia no va con ellas y la conozco tan bien que diría que son personas superficiales.

Antes de que comenzará la siguiente clase, Orión daba su última descripción de los compañeros, señalado a un chico solitario que saca de su mochila un cuaderno de dibujo.

—El chico de allá, se llama Calisto, siempre reservado y solitario, pero de buenas notas. Al inicio del curso él era diferente, más sociable y alegre, cometió el terrible error de confesar su amor por Kelly, quién no desaprovechó la oportunidad para avergonzarlo ante toda la escuela, rechazando su petición de amor, además de verterle su yogur en la cabeza. Desde esa ocasión se apartó de los demás y ha estado solo.

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En la hora del almuerzo, caminando hacia la cafetería, veo a Aurora guardar sus libros en el locker; yo solo podía pensar sobre cómo el universo había conspirado para que pudiera volver a verla y tenerla cerca de mí, pero pronto ese pensamiento sería depositado en la basura, la presencia de su novio arruinaría toda aquella esperanza de amistad con ella.

— ¿Cómo estás, preciosa?, ¿lista para verme jugar el jueves?, no olvides que eres mi admiradora número uno —decía Apolo, sellando aquella interacción con un beso.

—Claro, ahí estaré como siempre. —contestaba ella mientras él la abrazaba camino a la cafetería.

Aquel momento mi cuerpo sintió un fenómeno extraño que jamás había sentido, una mezcla entre ira y tristeza, algo que sin duda podría llamarse, celos.

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Después de desayunar, todo volvería a la normalidad, un par de clases aburridas y otras más entretenidas; la mayoría, incluyéndome, solo esperábamos la hora de la salida.

Mientras iba de camino al consultorio para ayudar a mi mamá con los muebles, Orión decidió acompañarme, definitivamente esa mano extra no, nos vendría nada mal y así podríamos terminar rápido, espero nos sobre tiempo para invitarlo a jugar un rato play en mi casa, mientras comemos pizza. 

Después de un par de horas finalmente terminamos, la presencia de Orión fue de gran ayuda.

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Así pasaron los días hasta el jueves de esa semana, los preparativos estaban listos para el juego amistoso de americano.

Aunque soy fan del americano no me apetecía asistir, la presencia de Aurora y su novio podría incomodarme, por eso hice planes para quedarme en casa, pero la extrema insistencia de Orión para asistir al juego, no me dejaban otra opción más que la de ir.

El partido estaba programado a las 18:00 horas, así que después de clases invite a Maia y a Orión a casa para agotar la espera y comer algo antes del juego. Yo sabía que a Maia no le gustaría ir, pero fue una gran sorpresa saber que ella estuvo de acuerdo desde el primer momento con Orión para ir.

Estando de camino al campo de juego, el ambiente comienza a sentirse, la banda de la escuela anima a los aficionados con su ritmo contagioso, los lugares que tenemos tienen una vista perfecta al campo, sin duda alguna, había valido la pena llegar 20 minutos antes, hasta hubo oportunidad de comprar palomitas.

Los gritos y los aplausos no se hicieron esperar cuando las y los porristas llegaron. Debo admitir que Kelly es una de las chicas más lindas de la preparatoria y ser líder del equipo de porristas le da un toque especial, la combinación vibrante de color verde y naranja le sientan de maravilla con su tono de piel, estoy seguro de que sin duda alguna se roba las miradas de todos los espectadores.

—Vaya que se lucieron con su nuevo uniforme, ahora sí hubo presupuesto. Por lo menos ya no usan el color negro—decía Maia con cierta admiración.

Durante el juego no pude dejar de observar a Apolo, tenía que conocer a mi rival, si está fuera una novela, él entraría claramente en la categoría de Antagonista. 

Durante el medio tiempo Maia me acompaño por más palomitas, el juego se encontraba 20 a 19, estaba a favor la escuela, así que sospecho que los últimos cuartos estarían interesantes.

Al bajar las escaleras de las gradas, el aroma a cacao inundo mi olfato, ese olor me recordaba solamente a una persona.

—El partido se ha puesto demasiado interesante, tu novio Apolo parece ser el indicado para llevar al equipo por el campeonato —planteaba Andrómeda a Aurora, quien mostraba su fascinación por el equipo con su jersey y parte del rostro pintado con los colores del mismo.

La presencia de Aurora me estremeció, dejándome paralizado al llegar al último escalón, esto le permitió a Maia deducir mi fascinación por aquella chica de ojos grises, cabello castaño ondulado, mirada tierna, una sonrisa acompañada de los hoyuelos en sus mejillas, su complexión delgada, quien llevaba puesto un suéter tejido color rosa, jeans azules estilo rasgado y tenis blancos.

—Leo, espero no haberte perdido en ese viaje llamado “Aurora” —susurraba Maia mientras pasaba Aurora y su amiga enfrente de nosotros.

—ja, ja, ja, ja, no, no tranquila, solo recordé algo —explicaba para confundir a Maia, esperando que funcionará.

—Conozco esa mirada Leo, no sé si te has enamorado o es un simple gusto, pero de que esa chica llamo tu atención, lo hizo —asumía Maia y estaba en lo correcto. —Después hablaremos de eso, por el momento hay que comprar más palomitas que pronto iniciaran los últimos cuartos.

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Después del juego, que para ser sincero me pareció muy agradable, no solo porque ganó el equipo escolar 35 a 24, si no por el ambiente que los compañeros y familiares habían creado para animar a los equipos; Orión optó por seguir el festejo con unos compañeros de tercero que conoció en las gradas, mientras que Maia y yo decidimos poner fin a esa noche, yendo a descansar, pues no dudaría que el festejo seguiría el día de mañana.

Mientras caminábamos Maia y yo a casa, logro ver a lo lejos caminar a Aurora sola.

—Corre, ve por ella, no la dejes sola, no te preocupes por mí, conozco perfecto el camino a casa, estoy muy cerca. —Dijo Maia mientras se cambiaba de acera.

— ¿Cómo crees que te voy a dejar sola a estas horas? —mencionaba yo con cierta preocupación. —Además, no sabría qué decirle.

—No seas idiota Leo, sabes que yo me puedo cuidar sola, una oportunidad así no la vas a tener después, ya se te ocurrirá algo para empezar la conversación.

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Mi cuerpo y corazón estaban a punto de huir, cambiar de ruta para mejor hablarle, en otro momento no parecía mala opción, pero muy en el fondo sabía que Maia tenía razón, seguramente no tendría otra oportunidad como está; y si mañana Maia me preguntará sobre cómo me fue, mentiría y ella sabría muy bien que no le hablé, así que no tenía opción, era ahora o nunca.

Apresuré el paso para acercarme poco a poco, pero, al ver que entraba a la tienda de la esquina, reduje el paso.

—Seguramente mi oportunidad se había esfumado, pensé.

Así que continúe el paso normal; al pasar por la entrada alguien chocaba conmigo.

—Disculpa, no te vi pasar —Decía una voz femenina.

Su voz la había escuchado en alguna parte, esa delicadeza al hablar transmitía tranquilidad y dulzura, mis manos empezaron a sudar, mi corazón latía muy rápido, juraría que podría salir de mi pecho. Aún con la mente en blanco, las palabras se salieron de mi boca.

—Descuida, no siempre se choca con una chica tan linda —. Al terminar de hablar fue un instinto llevarme la mano a la boca, la vergüenza se apoderó de mí.

—ja, ja, ja, ja, gracias — respondió ella sin levantar la mirada.

Una vez nuestras miradas se encontraron, un sentimiento se apoderó del ambiente, algunas personas dirían que hicimos clic, otros que es demasiado cursi nuestro momento, pero qué les puedo decir, esta noche podría ser mágica.

—Es una sorpresa verte, ¿Leo verdad? —decía Aurora empezando la conversación.

—Sí, es un gusto. ¿Aurora, no? —continuaba con la plática, queriendo aparentar que yo tampoco sabía quién era, cosa que evidentemente era falsa.

Tras charlar y caminar por un par de minutos, había llegado el momento de despedirse.

—Oye Aurora, me ha gustado platicar contigo, ¿Habría algún problema si te acompaño a casa?

—No, para nada, de hecho ya casi llegamos, agradezco mucho que me acompañaras esta noche —decía Aurora con cierto brillo en los ojos.

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Mientras cruzábamos el puente que conecta a los suburbios con las unidades habitaciones, la silueta de una persona que se encontraba en la parte superior del barandal robo nuestra atención, todo apuntaba a que saltaría al vacío, así que por instinto corrí hacia él para evitar que saltará.

— ¡Oye!, No te atrevas hacerlo —decía mientras mis manos se extendían para tomarlo de la ropa e intentar bajarlo.

— ¿Calisto?, ¿Qué crees que haces? —gritaba Aurora, misma que tomaba con fuerza su sudadera para evitar que este se resbalara.

Al tomar del cuerpo y ropa de Calisto, lo jalamos con fuerza, cuyo esfuerzo hizo que cayera sobre nosotros. Después de unos minutos de estar acostados en la acera, Calisto sintió tanta vergüenza que gateo hasta la barda de enfrente y empezó a llorar.

—Oye, tranquilo Calisto, estamos aquí. —decía Aurora con una voz suave y amable para calmarlo.

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Después de acompañarlo a su casa, decidimos continuar nuestro camino, no sin antes asegurarnos que estuviera tranquilo y seguro.

— ¿No hay nadie en tu casa, Calisto? —preguntaba Aurora con cierta incertidumbre.

—No, aún no llegan mis padres del trabajo, pero igual no tardan, siempre llegan a las 10:00 de la noche —explicaba Calisto.

—Bueno, entonces nos deberíamos quedar aquí para hacerte compañía, si no te molesta—sugería yo.

Después de platicar y esperar a los padres de Calisto, era momento volver a casa, seguramente mi madre me cuestionaría por llegar después de las 10:00, pero con lo que acababa de pasar, entendería perfectamente la situación.

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Al llegar a la casa de Aurora, su hermana ya estaba lista para abrir la puerta, por lo visto también le sorprendía que llegara más tarde de lo normal.

—Hermana, es mejor que entres, mis papás están a punto de marcarle a tus amigas para saber dónde estás… Pero si es el chico de… —de manera repentina interrumpía su comentario y su rostro empezaba a sonrojarse, tanto así que optó por huir sin importarle que dejara la puerta entreabierta.

— ¿Hay que preocuparse por su comportamiento o así es ella? —bromeaba yo para romper con ese momento random.

—Ja, ja, ja, ja, así es ella —admitía Aurora. —Bueno, muchas gracias por acompañarme hasta mi casa, debo reconocer que ha sido una noche fuera de lo común, no me imaginaría que hubiera pasado si no hubiéramos llegado en ese momento al puente. Espero que nos mande mensaje para que podamos platicar con él.

—Espero lo mismo, y no te preocupes, no hay nada que agradecer, es un gusto y sorpresa volverte a ver «Chica del llavero de Saturno».

Ese comentario hizo sonrojar a Aurora, el brillo de sus ojos me hizo recordar el motivo por el que mi corazón sentía que ella era perfecta.

Al despedirme de Aurora no sabía cómo hacerlo, si solo con un apretón de manos, darle un beso en su mejilla o mantener la distancia y solo decir hasta mañana. Pero ella me sorprendería primero, se acercó de manera temerosa y sus labios color cobrizo tocaron mi mejilla izquierda de manera dulce y tierna.

Era como si el tiempo se hubiera detenido, nuestras miradas se cruzaron, pareciera que estuviéramos en un viaje sideral. Empezando un Big Bang en nuestro interior. El universo nos llamaba, ponía todo a nuestro favor.

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Aurora
Mi cuerpo empezaba a sudar, mi estómago se llenaba de mariposas cada vez que estaba cerca de Leo.

La vida suele tener sorpresas muy grandes para nosotros y el universo ha conspirado para que pueda verlo de nuevo, después del día en el planetario, pasó algo que creí que jamás sucedería.

Si no piensas que el universo ha conspirado a nuestro favor, tienes que conocer mi historia. El mundo es tan pequeño que no solo tuve la oportunidad de conocerlo en uno de mis lugares favoritos, sino que también terminaríamos en la misma escuela y por si fuera poco en el mismo salón, finalmente estoy aquí junto a él, charlando sobre aquel momento en el planetario, es algo a lo que mi hermana llamaría: El Big Bang del amor, después de contarle sobre esta noche.

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«Pedir ayuda no es signo de debilidad, si no más bien es signo de fuerza».

No dejes que te digan que hacer o quien debes ser, la vida es tuya y solo tú tienes el poder para decidir.

No juzgues a los demás, ni tampoco te juzgues tan duro a ti mismo, todos luchan a diario con algo que les duele, mejor sé amable, porque no conoces las batallas por las que pasan los demás.

#elsuicidionoesunjuego.

#hablemos.

Servicios para la República Mexicana en atención para personas que sufren ansiedad y sus derivados.

014 Línea de vida.

Línea de la Vida: 800 911 2000 


Joss Herrera.



Quiero agradecer a mi gran amiga Iltse por su ayuda y apoyo en mis pequeñas novelas.

Tambien quiero agradecer a la señorita Ixchel, quien ha sido una gran amistad y que de igual manera me ha ayudado en el desarrollo de mis novelas. 

Con cariño para ellas el éxito y las vistas que tengan mis publicaciones.



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