¡Ocurrió algo trágico!

Es horrible lo que ocurrió mi estimada. Acabo de encontrar un escrito que es suyo, pero lo firma otra persona. Alguien robó su trabajo, alguien está beneficiándose de su ingenio, no lo podemos tolerar, debemos hacer algo.

Mi buen Arquímedes no se esponje, en realidad no pasa nada, tome asiento ahí junto al perro, verá que es un buen animal y de vez en cuando gusta de jugar con el gato. El perro y el gato son un par de animales que parecen odiarse profundamente cuando mis ojos les prestan atención, pero cuando me ausento se hacen mutua compañía, juegan con sus colas y se brindan abrigo, en fin, así es la hipocresía.

Como le decía, no se esponje, no hay importancia en tales eventos, me pueden robar un escrito, quizá un par o un trio, sin embargo, tengo demasiados que ya ni recuerdo como los titulé o qué es lo que quería expresar en ese momento. Usted sabe que yo considero a cada escrito como uno de mis hijos, por tanto, es vergonzoso reconocer que no recuerdo sus nombres y mucho peor su contenido, juzgue usted mismo. Es posible que ahora mismo muchos de ellos estén siendo ultrajados vilmente por alguna rata asquerosa que gusta de vanagloriarse del ingenio del que carece, pero no haremos dramas, ni incurriremos en la tediosa actividad de demandas legales, es aguantable el imaginario olor de la rata que robó mi escrito, pero no tolero el aroma de un abogado en trajines y sé que usted es uno de ellos, excuse usted mi franqueza.

Así es esto mi buen Arquímedes, esto de la honestidad intelectual es todo un caos, con el pasar del tiempo no se sabe quién le escribió a quién, por qué, de qué, para qué, cómo fue, los típicos avatares, solo sabemos que le dicen inspiración y siendo esa la respuesta valdría decirnos que todos somos unos viles ladrones. Ahora tenga la buena honra de pasarme un cigarro, quiero acelerar mi proceso de mortandad.

Disculpe la pregunta, pero, ¿Cuándo aprendió a fumar?

Es verdad mi estimado, no sé fumar, se me había olvidado, entonces qué es lo que estaba a punto de decirle, sí, ya recuerdo: como le decía, el gato robó mi escrito y lo publicó en la sección literatura del periódico de la tarde, imagine usted esa tragedia, quiero que inicie usted una demanda en contra del gato y también del perro, presiento que él es su cómplice, quiero que caiga todo el peso de la ley en contra de ellos y que se anote en mi testamento que los eximo del gusto de usar mis bienes. Por otro lado, qué hace usted sentado junto al perro, es una tremenda falta de respeto sentarse en el piso cuando estamos dialogando de asuntos tan serios como el robo de uno de mis hijos. Deje la bobería Arquímedes, venga hasta el sillón e inicie los trámites.

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