Definitivamente estos espacios de silencio no son sólo míos. Aquel eco, lejos de cesar, se ha ido incrementando. Tanta permanencia dejó de hacerlo furtivo.
Adivinar su origen venía siendo mi misión hasta la pasada noche. Situado con sigilo en uno de los extremos del gran pasillo vi aparecer su leve espectro. En mi antigua existencia corpórea habría comenzado a sudar, tembloroso. Siento esas sensaciones mientras mi pensamiento constante es querer saber. No podía ser, y ha sido, debo comenzar a creer en lo imposible.
A medida que se acrecienta su proximidad mi percepción se agudiza. Doy un paso adelante y facilito el encuentro. Se produce, sublime, indeleble, etéreo. No hay miradas, ni palabras. Nos sentimos atravesar. Ahora ambos sabemos, nos hemos conocido.
Ella me gana en derecho, como antigua propietaria del lugar.
OPINIONES Y COMENTARIOS