Rescatando el amor.

Quisiera adorarte con el cuerpo, pero te escondes donde no te ve mi cielo.

“Tu cielo es extenso, pero no tan grande para alcanzar mis sentimientos”.

Inalcanzable corazón, fui desterrada de tu amor.

En ese tiempo deseaba con mi viento llegar a ser tu aliento.

“Aquellos días de obscuridad forzada que viví en tu ausencia,

atrajo la tormenta que arrancó mi corazón”.

Si mis besos nunca llegaron hasta tus labios,

fue por el perenne silencio que hizo el amor a mi alma.

“El silencio, esencia de una vida destruida, te amó insaciablemente,

mientras mi conciencia se desmoronaba

y se arrastraba entre las aguas de la tristeza”.

Tornados de resignación asolaron el corazón,

con pesar recogí mis palabras y suspendí la razón junto al puerto del adiós.

“Tu conciencia me decía adiós, pero tu alma me llamaba;

así mi esencia desistió y no subió en el embarque del olvido”.

Céfiro eterno bufando las letras de tu nombre, conservó intacto el recuerdo,

tu único mirar se tatuó en mis pupilas.

“Historias de fantasía de una vida junto a ti acompañaban mi penumbra.

Mientras mi mente adormilada clamaba por despertar entre tus labios”.

Silencio, tiempo y viento.

La terrible negación del sentimiento que se mantuvo fiel a pesar del tormento.

¿Hoy te dejarías idolatrar por la piel y abrigarte con mi cuerpo?

“Consentiría en esta vida y en todas aquellas donde nuestra efigie se perciba. Tu calor es el hogar de lo tangible y el regocijo de mi alma.

Alma que vivirá inmortalmente en el amor ofrecido de tu espíritu refulgente”.

Escrito en colaboración con Saúl R.