Ahí estaba yo. Sintiéndome la persona más feliz del mundo, ese instante era mío, fue nuestro. Todo encajaba en su lugar, parecido a la vida que quería y quiero. No existió otro sentimiento que la quietud y la paz. Por primera vez en mucho tiempo volví a experimentar el estar o mejor dicho, “sentirme liviana”, me desconecte del caos exterior al estar en su mirada. Pero no todo es perfecto, al menos no en mi mundo interno. Una vez que pasa el momento y debo enfrentarme a esa otra parte que soy cuando estoy sola, es tan agotador como estresante. Mi mente se vuelve un completo descontrol y el pánico se apodera de mi sistema. ¿Alguna vez sentiste taanto miedo que te paraliza?, ó ¿un sinfín de pensamientos que se cruzan al mismo sin siquiera permitir al menos entender uno?. Y no, no estoy loca, estoy bastante cuerda, reconozco lo que me pasa, aunque a veces la única solución solo sea llorar.
Ésto que no me deja vivir lo hermoso de sentirte “liviano” se llama ansiedad. La gente a mi alrededor no logra entender que no es un capricho, no soy yo quién decide cuando se enciende y cuando se detiene, ni mucho menos elijo vivir así. Simplemente pasa, y duele que así sea. Nadie desea sentirse física y emocionalmente devastado cada tanto. Algunos dicen que debería poner de mi parte, sin saber que todos los días me esfuerzo y lucho contra esa mitad dentro de mí que me llena de angustia. Lo que vive y siente una persona con ansiedad o depresión sólo lo conoce esa persona. Insomnios devastadores, pánico a situaciones comunes y ganas repentinas de llorar. No me pidas, por favor que mi cuerpo tenga la misma energía. Me eches la culpa, con mi autocrítica tengo suficiente. Y te lo repito: No, no estoy loca. Sé que puedo, de a poco, superarlo. A veces querré estar sola, otras veces contigo. Respeta mi tiempo pero cuida de mí cuando yo no pueda, te lo agradeceré.
Disfrutar las pequeñas cosas de la vida es un regalo que a veces llega para recordarme que la vida es hoy. Una charla, un café, un abrazo, escuchar tu canción favorita o encontrarse cómodo en el silencio es estar vivo, sentirse vivo. Es aquietar la angustia sobre el futuro, es unir tus dos mitades, por fin. Correr contra un reloj que solo existe en tu cabeza hace que olvides cuanto mereces respirar, mirar lo que rodea y estar agradecido por las pequeñas victorias alcanzadas, por más pequeñas e insignificantes que parezcan. La ansiedad no es mi amigue, no es un motor para lograr objetivos, no es una virtud, no me hace ser mejor o más productivo. Tampoco me define, y aunque a veces me controle no es más fuerte que yo.
Hoy soy consciente que me acompaña y que me divide en dos, pero con valentía me miro al espejo y me repito que no me define, no soy lo que me muestra. Vivir implica sentir, y sentir es aceptar las emociones que surgen pero no aferrarse a ellas, porque somos instantes.
“Me doy cuenta que si fuera estable, prudente y estático viviría en la muerte. Por consiguiente, acepto la confusión, la incertidumbre, el miedo y los altibajos emocionales, porque ese es el precio que estoy dispuesto a pagar por una vida fluida, perpleja y excitante. – Carl Rogers”
Si sufres de ansiedad, depresión o cualquier malestar emocional, por favor busca ayuda profesional. La ciencia está a nuestro servicio y dejarse ayudar es el primer paso del amor propio. Ámate, escúchate, perdonate y vive. Permitete ser feliz, la vida te espera.
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