La sinfonía perdida

La sinfonía perdida

Rinkin

27/08/2020

La sinfonía perdida

La visita del Profesor Fernando ha creado en mí la necesidad de documentar los curiosos hechos que ocurrieron hace ya dos inviernos con mi querida Denise. Mi hija Denise era una hermosa joven de 23 años cuyos intereses variaban entre la música y la poesía. En aquel entonces ella estudiaba Medicina y formaba parte de la orquesta de la escuela de bellas artes donde ejecutaba el violín.

La tragedia tuvo lugar en el mes de julio, mi Denise fue víctima de un terrible accidente de tráfico mientras viajaba hacia la gran ciudad. El número de muertes que se llevó aquel desastre fue de aproximadamente de 23 personas. Había sido un milagro que no se llevara la vida de mi hija, pero si la envió al hospital con lesiones muy graves que la mantuvo en estado de coma casi un mes. Al despertar nos encontramos con un diagnóstico que casi tan aterrador como la propia muerte, amnesia.

Mi pequeña no podía recordarnos ni a mí, ni a su padre o a su pequeño hermano menor Bernardo.

Intentamos sin éxito varios días con fotos y sus cosas para hacerla recuperar la memoria.

Una semana después invitamos al hospital a su mejor amiga Sofía.

Con lágrimas en los ojos Sofía se acercó a saludar y Denise con un gesto de despreocupación, o indiferencia diría yo, le dijo:

– Hola soy…-

– Denise – Le interrumpió Sofía con la voz temblorosa mientras derramaba lagrimas – Se quién eres, eres mi mejor amiga-.

– Lo lamento mucho. -se disculpo Denise sin mostrar mucho interés. -No quiero ser descortés, pero la verdad es que no te recuerdo.-

En aquel momento la frialdad y la cortesía con la que habló Denise me llamó demasiado la atención. La noté muy diferente a mi hija.

Sofía habló un largo rato con Denise como presentándose por primera vez ante una persona hasta que tocó el tema de la música y comentó que ella ejecutaba el violín.

– ¡El violín! – dijo exaltada Denise luego prosiguió en un tono de voz más sereno – Me gusta el violín solo que no se ejecutarlo.-

– Por supuesto que sabes amiga mía – siguió Sofía.

– ¿De verdad? – preguntó Denise.- ¿Yo tocaba el violín?

– No hay dudas de que eres una gran violinista Denise, incluso el Profesor Fernando lo reconoce.-

Mientras escuchábamos mi marido y yo al otro lado de la sala pensé que fue un gran error mío no haberle llevado el violín a mi florecilla que tanto amaba la música.

Después de un largo rato de charla entre las dos amigas, Sofía se despidió al anochecer prometiendo volver lo más pronto que pudiera. Fue Alan, mi marido, quien la llevó y al otro día volvería con el violín de Denise. Esa noche me quedé a cuidarla. Pasamos hablando largas horas.

-Usted dice ser mi madre ¿verdad?- me había preguntado Denise.-sinceramente no recuerdo nada de usted pero necesito hablar con alguien de lo que siento.

-Por supuesto hija mía, puedes decirme todo lo que quieras yo estoy para escucharte.- intentaba hacerla sentir cómoda hablando conmigo para saber lo que le pasaba.

-Le parecerá una locura… pero creo que no pertenezco a este lugar. -me dijo tartamudeando Denise

-Te entiendo chiquita mía.- le dije yo- Es por la amnesia que padeces…

-Por favor no me interrumpa.- me pidió en un tono un poco más hostil – Yo no soy de este lugar, no se quienes son todos ustedes, tampoco sé quién es Denise.

Un breve silencio se dio lugar mientras Denise parecía confundida, hasta que le pregunte – ¿Tu crees que eres alguien más?- yo pensaba en una crisis de personalidad o algo así que había leído que sufren algunas personas.

-No lo sé.- me respondió – pero tengo que volver, tengo que volver y no sé cómo.

Realmente me sorprendió lo que decía y no sabía que decir tampoco.

Después de un extraño silencio siguió hablando:

-No sé como volver, pero tampoco se adonde. Todo esto es muy confuso para mí y la melancolía me está torturando. Yo necesito volver.-

Lo único que se me ocurrió fue que en su estado de coma pudo haber desarrollado un sueño, un sueño que le pareció confortante y al que añoraba. No tardé en preguntárselo esa noche: – ¿Crees haber tenido un sueño o alguna fantasía mientras permanecías en estado de coma?-

-No, yo creo que esto es un sueño y que tengo que despertar y así salir de él.-contestó Denise- y necesito encontrar a mi guía.

-¿A qué te refieres con guía?

– Quisiera recordar su forma, pero no puedo- dijo triste Denise – el siempre tuvo la Razón, y fue ignorado.- cerró los ojos mientras decía esas palabras y un minuto después ya estaba dormida.

Pensé que estaba hablando del Dios de la religión católica o algo religioso pero sé que no tenía afinidad con esas instituciones.

Extrañaba mucho a mi chiquita, deseaba que recuperase su memoria y todo vuelva a ser como antes, pero para nuestra desgracia eso no iba a ocurrir.

Al otro día mientras desayunábamos en el hospital, noté a mi hija bastante distraída y hasta impaciente.

– ¿Que es lo que te mantiene tan pensativa Denise, que ni siquiera dices una palabra?- le pregunté mientras bebía una taza de té.

– Es que hay una hermosa melodía que suena en mis pensamientos y mientras más intento saber de qué se trata, el recuerdo se hace más débil.- hizo una pequeña pausa y continuo – Y si es verdad que puedo ejecutar el violín, voy a hacer el intento de manifestar en él tal melodía.-

Un rato después llegó Alan con el violín de Denise. Ella lo inspeccionó cuidadosamente como si fuera la primera vez que lo había visto.

-Es hermoso – dijo cerrando los ojos y apoyándolo en el hombro como para empezar a ejecutarlo. Suavemente empezó a tocar una melodía melancólica y lenta y así continuó. Su habilidad parecía no haberse debilitado ni un poco.

Verla tocar tan hermosa melodía con los ojos cerrados como reflejando lo más profundo del alma era y siempre será para mí la imagen más hermosa. Desearía aun hoy poder contemplarla.

Después de siete minutos de tocar con tanta genialidad abrió los ojos y nos miró asombrada y dijo

– ¿Quiénes son ustedes?- miró a su alrededor- ¿Dónde estoy?- segundos después se desmayó. No pude contener las lágrimas y quebré en llanto. Mi propia chiquita no me reconocía y era lo más doloroso que podía sentir.

Esa misma tarde estuvo con su amiga Sofía y le enseñó la misma melodía. Denise le preguntó si ella recordaba cual es el nombre de aquella obra. Sofía me miró y me dijo – en todos estos años que tocamos juntas, jamás había escuchado que ella ejecutara tal melodía ni siquiera escuché esa melodía alguna vez, incluso ella es mucho más hábil de lo que recuerdo.

Las cosas se tornaban más extrañas, ¿Mi hija despierta de un coma con amnesia y no se deterioran sus habilidades en la música si no que se vuelven más complejas?

Al día siguiente Sofía y yo habíamos le invitado a su profesor y director de la orquesta de las escuela de bellas artes para ver si es que podía reconocer la melodía. Pero tampoco la reconoció. Dijo casi lo mismo que Sofía a pesar de su intenso conocimiento en la música, sobre todo clásica. El profesor le pidió a Denise que volviera a tocar para grabarlo en su celular y así poder investigar aquella curiosa melodía.

Esa noche me quedé otra vez a dormir con Denise hasta que a la media madrugada el sonido de su llanto me despertó. Le pregunté que le pasaba.

-Ya no quiero estar aquí… me tengo que ir- me dijo en voz entrecortada.

-Dime a donde tienes que ir, te llevaré a donde quieras hija mía- le conteste con lagrimas en los ojos

-No, usted no puede, no es un lugar a donde pueda llevarme en un carro, usted no entiende- me dijo con un tono de tristeza y enojo mezclados.

-Pero, entonces ¿Quién puede?, y no me respondiste, ¿Adónde quieres ir?-.

-Mi guía es el único que puede, por que a pesar de todas sus enseñanzas yo no soy capaz de irme sola. Y lo estoy esperando, espero que venga pronto.

Ya no sabía que decirle, no entendía nada y no quería angustiarla con preguntas que parecían no tener respuestas o tenían respuestas pero que lamentablemente no podía entender ni descifrar.

Traté de calmarla hasta que logró concebir el sueño casi al mismo tiempo que yo.

Al siguiente día mi hermosa Denise no despertó. Jamás volvió a hacerlo.

No entendía por qué y tampoco quería entenderlo, no era capaz de aceptar esa realidad, no podía perder a mi hija después de haberme ilusionado con que se había salvado de aquél accidente. Es un trago amargo que aún hoy no puedo hacerlo pasar. Los doctores no tenían en claro las causas de su muerte. Era como si ella se dejara morir, fue su propia voluntad. Mi querida Denise se había ido para siempre.

Noches enteras le preguntaba al cielo por que se había ído, y adónde. ¿Realmente fue al lugar que decía querer irse y que yo no entendía cual era? ¿Fue el guía de quién hablaba que vino a llevársela? ¿Era mi hija quién había despertado de aquél coma? ¿Sufría amnesia o realmente era alguien más que juraba no conocernos y tenía habilidades superiores en la música?

Tantas preguntas daban vueltas en mi cabeza generando una vana preocupación en mí, ya que no iba a haber nadie quien pudiera responderme.

Hace una semana se acercó a mi casa el profesor Fernando. Al principio solo dijo que quería saber cómo estaba mientras le invité una taza de café. Al parecer no quería tocar el tema de mi hija hasta que se sintió seguro de hacerlo.

-Señora Elizabeth- me dijo al fin -¿recuerda usted aquella melodía que Denise ejecutó en el violín al despertar del coma? me dijo en un tono muy tranquilo.

-No podría decirle que lo hago con lujo de detalles, pero si la recuerdo ¿Por qué? -Le contesté muy extrañada

-Bueno pues, yo la había grabado para investigarla, y estos últimos dos años desarrollé una intensa búsqueda de aquella hermosa melodía donde involucré a algunos colegas profesores de música y de la historia de la música incluso de otros países. ¿Me creerá usted que no pudimos encontrar ninguna sola pieza siquiera similar a aquella que ejecutó Denise?

– Que extraño – le dije- ¿supone usted entonces que aquella obra fue producto de la creatividad de Denise?

-En absoluto- dijo enseguida el profesor – déjeme continuar, no encontramos ni un disco o grabación de aquella melodía y nuestra investigación tomó una dirección diferente. Comenzamos a buscar en las partituras inéditas o aquellos simples esbozos de algunos grandes compositores como Beethoven o Mozart. Fue una búsqueda intensa pues ejecutábamos aquellos esbozos con el fin de encontrar la melodía. Y para nuestra gran sorpresa la hemos encontrado.

En una antigua biblioteca de la ciudad de Viena, entre las partituras originales de Franz Schubert, en un papel arruinado y viejo se hallaba aquella melodía con la fecha “5 de noviembre de 1822”. Una partitura que parece no haberse ejecutado nunca antes, firmado por Franz Schubert y con el título «Para mi eterna Denise”.

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