Me niego a recordar el día que decidí saber de ti. Me retraigo de alargar la mano en el polvoriento baúl de mi mente, donde muy en el fondo, guardada en un sobre pálido y con moho, descansa la brillante sonrisa que me atrapó. Mi hipocampo cuenta que de tu boca salió y el traidor...
¿Y yo? Yo elegí destruir el imaginario en el que te tenía, no porque quisiera borrarte, sino porque nunca existió una muestra real de ti que justificara el pedestal donde permanecías.
Anoche soñé contigo, se que eras tú pero no podía tener el recuerdo de tu cara con claridad. Te sentí por primera vez más lejos que nunca. Supongo que así se empieza a sentir el olvido. De a poco he dejado de sentir miedo a que el palpitar que este amor generó en mí se apague. Ya...
Sé que perdiste la memoria, irás recuperando todo de a poco, pero, ¿el amor?, no quiero alejarme de ti, quiero que sepas que es el amor, como lo veo después de haberte amado, quiero tejer tu memoria y decir atraves de ella el significado del amor.
¿Cómo comenzar esta historia, con este tormento de pensamientos en mi cabeza? Algo no anda bien, creo que me estoy enamorando. Sus ojos café lo dicen todo, esa mirada tan tierna, y esos nervios que sentimos al vernos me hacen creer que esto será real. Si tan solo leyeras mi mente, te encontrarías con miles...