Caminé con las manos en los bolsillos, mirándome las zapatillas. Distraído por las hojas amarillas que crujían en el suelo. Las veredas parecían no tener ni principio ni final. Frené, miré al frente e hice una pausa dudando, pero seguí y me senté en el banco a esperarla, como había hecho tantas veces antes de...
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