Aún recuerdo esos días sentados en este banco, esas tardes interminables mirando el mar. Por desgracia esa época no volverá, y tal realidad me golpea sin premura cada día. Mis ojos se humedecen siempre que huelo la brisa marina que, cual magdalena de Proust, me transporta a ese pétreo banco raído por el tiempo, a...
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