De nuevo volvió a suceder: cayó en el abismo. Esta vez, la salvadora —esa poderosa y milagrosa píldora— fue la fluoxetina, silenciando los intentos, apagando la mente, convirtiéndote en un zombie funcional. La depresión ha sido la constante, la sombra que te acompañó desde la infancia, sin nombre ni rostro. En la adultez se hizo...
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