Antes de que digas nada debes saber que, si esta carta ha llegado en estos momentos a tus manos, no ha sido por casualidad. El día ha llegado y estás a punto de conseguirlo. Ni te imaginas lo orgullosa que me siento de ti.

Por favor, intenta leerla de una sola vez. Ya sé que te va a resultar algo extraña al principio, pero te prometo que cuando la termines, lograras comprender todo, pues ya te adelanto que ha sido escrita en varios de los tramos más importantes de toda mi vida.

Aunque lo has intentado en más de una ocasión, nunca hemos llegado a hablar de mi pasado y siempre he terminado por decirte que no era el momento. Está bien, ahora sí que creo que lo es.

Como tu bien sabes, ha tenido que pasar mucho tiempo para que haya asumido que, ante ciertas cosas, nadie puede hacer nada, nadie se libra por desgracia. No quiero que te asustes, ni mucho menos que te preocupes, pero debes saber algo sobre mí.

A ti jamás te lo he mencionado, pero mi mayor sueño siempre fue ser modelo y tengo el privilegio de haber podido ejercer de ello de manera profesional durante mucho tiempo. Mi otro gran sueño era el de poder ser madre.

Resulta una ironía, pero he tenido que vivir una serie de sucesos que me han hecho comprender lo caprichoso y a su vez, enrevesado que es el destino. Seguro que ya te lo habré mencionado, pero no quiero que te preocupes, todo está bien.

Para mantener el primer el sueño he tenido que renunciar al segundo durante mucho tiempo. Desfilar me ha mantenido en una nube, siempre ha sido mi mayor ilusión y no logro verme fuera de las pasarelas. Hace unas semanas sentí la llamada de tener que ser madre y por desgracia no son compatibles ambas opciones. He tenido que tomar la importante decisión de no pensar tanto las cosas y perseguir el segundo. No solo no lo he conseguido, sino que también me he quedado sin el primero… ¡maldito cáncer!

De verdad que no sé exactamente qué es lo que voy hacer, pero por el momento llevaré en silencio todo esto. Cuando comience el tratamiento no me quedará otra que decirlo, pero hasta entonces la batalla la llevare por dentro. Lo peor de todo es que no sé ya ni que pensar. No sé si es cierto o no, eso de que el tiempo da a cada uno lo que se merece, porque entonces necesito que alguien me recuerde lo que he hecho para tener que vivir esta pesadilla. En fin, prefiero ser positiva. La esperanza y la ilusión es lo último que se pierde y de eso sé bastante.

Desde que me detestasen el tumor en los ovarios y me dijesen que la posibilidad de tener hijos era de una entre cien, tuve que buscar otras alternativas y sin dudarlo recurrí a la adopción.

Como es de esperar, me encuentro en la tesitura de que, como yo, hay miles de personas apuntadas en una larga lista de espera, y aunque siendo realista, no debería de hacerme muchas ilusiones, sé que estás ahí y sé que algún día leerás todo esto.

En total me tuve que someter a 29 interminables quimios para erradicar todas las células malas, y fue justo a mitad del tratamiento, cuando empecé a sentirme tan debilitada a nivel general. Sin embargo, recibí la señal que me mandó la vida para agarrarme a ella.

Recibo la noticia, y en apenas tres segundos, me di cuenta de que eras tú mis ganas de vivir.

No nos hemos visto aun, pero siento la necesidad de mirarte a los ojos y ver en ellos las respuestas que tanto estoy necesitando encontrar. Necesito sentir cerca cada latido de tu corazón y cada suspiro, para sentirme totalmente curada. Si, te necesito, porque tenemos tanto que compartir, que me resulta imposible imaginar lo contrario.

Aunque no te lo creas, de no ser por las largas sesiones en el hospital, no he vuelto a pensar en nada relacionado con el cáncer. Solo tú, ocupas todo el espacio en mi mente. Rendirme no entra en ninguna de las opciones y sé que no va a poder conmigo, porque cuando sientes que tienes gente a tu lado que te quiere de corazón, te sientes invencible, y así es como me siento en estos momentos. Eso sí, en estos momentos me está costando incluso coger el bolígrafo con firmeza.

Estoy bien pequeña, y mejor que lo voy a estar, todo esto ya forma parte del pasado, pero debías saberlo.

Fuera nervios y fuera miedos. Sabes más que de sobra que lo harás increíble y que nos dejaras a todos con la boca abierta. Ahora me tienes que prometer que no derramaras ni una sola lágrima, que ya sabes que, si lo haces, estarás muy fea, y no queremos eso ninguna de las dos ¿a qué no?

Estoy terminando de escribir esta carta que ha permanecido incompleta todo este tiempo y tengo que aclararte algo. La vuelvo a leer y no puedo evitar emocionarme, pero hay una fuerza superior a mi, que me hace reaccionar.

Siento la enorme fortuna de poder decir que me encuentro en mi mejor momento y prefiero ser positiva, me siento agradecida con el cáncer. Me ha hecho mucho más fuerte y valorar todo aún más si cabe. Me alegra haber vivido esta experiencia y seguir aquí para recordarla como una piedra más en todo ese camino que aún sigo recorriendo.

Ahora me toca a mí decir eso que tanto te gusta decir a ti: “qué bonita te queda esa sonrisa”. Y es que sé con total certeza que la mía se va a dibujar en estos momentos de manera instantánea al verte desfilar.

Por si no lo sabes, te lo recuerdo una vez más.

Los años pasan, pero los daños también, ya nada volverá a ser como antes, ahora todo ha cambiado, pero ¿sabes una cosa?

Ahora y siempre.

Me quedo contigo.

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