Placer a bordo
El veintidós ya es historia. Cuando serví la botella de champán en ese gran camarote, la dama de cabellos rubios que cubría su rostro con un velo negro —al abrir la puerta— siempre supe que su perfume era distinto cada día. En su escote de lujuria se perdían mis deseos. Alrededor de sus labios, hacía...