Amor posesivo.
Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro, en mil razones para odiarte. No tenías por qué subirte al auto y empezar a golpearme. No estaba coqueteando con esa mujer, sólo conversaba. Siempre ocurría lo mismo. Debí dejarte inconsciente antes que agarraras el volante y nos saliéramos del carril, yendo directamente contra el muro...