Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro que qué cosas tenía la vida. Tanto tiempo pensando en el método más cómodo para acabar con todo, y sin embargo se me iba a dar hecho. Alguien había manipulado los frenos. Alguien iba a acabar con mis dudas; ¿Susy? ¿El doctor? ¿O Yañez, tras lo mío? pensé. Hubiera preferido entonces saberlo, y hubiera preferido también elegir mi final; era mi derecho, mi privacidad, mi intimidad. ¿Deseé en aquel flash tratar de evitarlo? No lo sé, pero sí recuerdo, mientras recorría aquel trecho mínimo, haber gritado: ¡QUÉ MÁS DA YA, MALDITOS!

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