Humana contradicción
Lástima que no haya billetes para maniquíes, porque los pelmas abundan en el transporte público. Si existieran, me evitarían el revoloteo de moscones y las conversaciones inoportunas. Pero esta vez pasaré desapercibida al subir al vagón de humanos. Lo haré sin mirada y con los cascos conectados. Enseguida sacaré el móvil hasta el final del...