borrador
Lástima que no haya billetes para maniquíes. Son discretos, plácidos. No se quejan. No te clavan los ojos como si la turbolencia fuese culpa tuya. No comen con la boca abierta diciendo sandeces. No se masajean la cabeza desprendiendo minúsculos copos de caspa que, como la nieve en las bolas de vidrio, se van posando...