La amiga perfecta
¡Lástima que no haya billetes para maniquíes!-pensé mirando a mi amiga Sandra, estática junto a la cama. Me la regaló un amigo que trabajaba en unos grandes almacenes cuando decidieron quitarlos todos de los escaparates y poner unos alambres sin alma y sin personalidad. Desde entonces tengo en mi casa «la amiga perfecta», la que...