Su barba y su melena expuestas al viento y su paso firme: es Moisés dirigiendo a su pueblo. De pronto… lo inesperado: el mar Rojo frena el éxodo.

―He aquí una prueba que nos propone Jehová ―dice, más confundido que sordo en explosión―, ejem… los más jóvenes, ¡cruzad a nado!

Se miran entre ellos y uno, sarcástico, responde:

―Mejor ve tú, Moisés, eres el líder…

El profeta lo putea por lo bajo y exclama a viva voz:

―¡Hágase la electrólisis!

Y las aguas del mar se separaron: por un lado el oxígeno y por el otro el hidrógeno. Entonces, cruzaron.

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