Su barba y su melena expuestas al viento. Igual que su cetro de fuego.

En el epicentro del sempiterno, sobre una mesa larga, hecha de sueños y realidades, se halla él, con su radiante corona ceñida en la frente, túnica blanca y sandalias de cuero. A lado y lado, sobre doce sillas delicadamente decoradas, que bordean la fina mesa arqueada, doce candelabros de plata, simbolizando los reyes del séptimo cielo y el viaje del tiempo.

Y allí, en el centro de la misma, un libro abierto. ¡El libro de la vida, vara de la justicia!

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