Señales que marcan la esencia de tu propio ser, de saber prender la máxima llama que inunda el corazón de paz.

Ya brilla en la oscuridad la sonrisa que provoca mi cuerpo al pensar que ya no volverá a rozar el suelo con las manos. Que no se manchará de lágrimas la almohada tras recordar que la soledad es una aliada más. Que estás sin estar. Que existe el destino. El destino de cruzar las miradas. De querer sin medidas. De muchas a escondidas. De querer(te) a rabiar.



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