¡Abuela, vámonos para Canarias!, quisiera decirle y sin objeción embarcáramos, como cuando empujada por la miseria en aquel 1906 dentro de unos toneles vacíos zarpó desde su natal Tenerife “Haciendo la América”. Años después; acaballado en sus rodillas fui testigo de las silenciosas lágrimas que la añoranza le arrancaba; al contarme las bondades de su lejana tierra. Aunque convencido estoy que respondería “Muy tarde para dos comidas”. En este 2017 imposible hacer el viaje.

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