Recuerdo aquélla vez que me desperté por la mañana al olor del café recien hecho, Nathalie preparó el desayuno.

El aroma de la flores del jardín inundaba la estancia y, mezclado con el café, despertaba mi cuerpo y mi mente.

El jardín tropical rodeaba un sendero que llevaba al hall del hotel.

Unas horas después, llegábamos a Adelaida, Australia. El paisaje contrastaba con el de tropial de Prha Nang, la vegetación, el clima, la brisa marina… eran diferentes.

¿Veríamos canguros? Quizás koalas.

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