Palabras de sal.
Cuatro p.m. Cuarenta grados. Unas mujeres finas, usan unos abanicos primorosos, otras, de los que dan en las bodas como souvenir. El maestro llega impuntual y nos sonríe con cara de inocente. Es un escritor reconocido y sabe fascinarnos. Escupimos historias como si en eso nos fuera la vida. El taller ha comenzado. Mi pluma...