Cerrando los ojos, hoy aprendí a suspenderme en el aire, como lo hacia antes, con la lata de mi avión, ahora es mejor, voy al cielo y mi rostro corta el vapor de las nubes, venditas las aves que sabían de su humedad, no se que es lo que más extraño, desde mi ventana no se ve el mar, solo sé, que mi barco lleva sus huellas tatuadas por el casco, no soy un pingüino, ni menos un delfín, pero sé, que las olas me pueden devolver a la costa, ida y vuelta, ida y vuelta, con mucha adrenalina, en las crestas, tal vez sean criaturas del mas fino neopreno, desafían el frio ágilmente, aprenderé más de ellos. Estoy quieto, cual anciano melancólico, la ventana proyecta mis recuerdos, un ruido me muestra la misma ciudad. Tengo que saber quien soy, pues nunca seré un caballo salvaje, corriendo por los valles, sin embargo a todos, los recuerdo atados, hasta en mis batallas. ¡Dios!, pensé que el mundo era pequeño, que tenia una vista total esférica, que arrogante. Y me has dejado una pisca de sol, todo lo demás sana, gira, rota, vuela, nada, corre, y yo ojos cerrados.

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