Conversación en el armario

Conversación en el armario

Alberto Villa

16/04/2020

—He oído un claxon.

—Yo no he oído nada.

—¿Cómo que no? Un claxon prolongado, un claxon de impaciencia. La señal clara de un atasco.

Los dos zapatos se callaron. No consiguieron oír nada más. Falsa alarma. Se quedaron así, en la oscuridad del armario, deprimidos y silenciosos. Pero Zapato Izquierdo no podía estar callado mucho tiempo.

—Echo de menos la calle. Esos nervios al oír a Dios abrir el armario sin saber si ese día nos elegirá.

—Dios ya solo nos elige cuando llueve. Me siento mayor. Tengo un par de costuras sueltas. El día que se le mojen los calcetines nos meterá en una bolsa de plástico y nos tirará a la basura.

—Eso no va a pasar, sabes que nos llevará a uno de esos contenedores. Somos buenos zapatos, alguien te remendará y tendremos una nueva vida. Y es posible que mucho mejor, Dios II nos tendrá solo a nosotros y saldremos a la calle todos los días.

—Eres un optimista incurable. ¿Puedes ver el reloj?

—Reloj Automático sigue ahí, en la mesilla, parado. Lleva así tres días. Me da pena.

—¿Y vosotros, pantalones, camisas, calzoncillos…? ¿No tenéis nada que decir? ¿Toda esta quietud no os preocupa?

Por primera vez en muchos días se pudo oír el vozarrón de Abrigo Gris.

—Callad ya, bocazas. ¿Es que no os dais cuenta de que empieza a hacer calor? Dentro de nada sacarán el vestuario de verano y nos llevarán al trastero. Ahí os quedaréis amodorrados de una puñetera vez durante meses. En silencio.

—Sí, claro, intoxicados con esa cosa que huele a rayos. Pero recuerda que a ti no te afecta, te aburrirás sin nuestras charlas.

—Aburrimiento, divina palabra. No sabéis lo genial que es el aburrimiento. Pero que sabréis vosotros, zascandiles, solo pensáis en salir y divertiros.

Hubo un momento de silencio. Como si hubiera pasado un ángel. No se oía ni el aleteo de una polilla.

—¿Estás oyendo esos aplausos, Zeta-D? —dijo de pronto Zapato Izquierdo—. Te digo que algo se mueve ahí fuera. Venga, alegra ese empeine, pronto volveremos a pisar el asfalto.

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