Y ahí estaba yo, sin saber que hacer mientras pensaba y pensaba en cómo protegerme. Las mascarillas se agotaron en las tiendas, en las farmacias, en todos lados.

Y ahí seguía yo pensando en cómo hacer para salir a trabajar. Busqué en internet y encontré información de cómo hacer una máscara casera, diferentes técnicas, distintos materiales. Desde todas partes del mundo enseñaban como hacer una para protegerse del virus. Entusiasmado revisé por más de media hora toda esa información, pero con la misma energía con la que el entusiasmo se apoderó de mí, prontamente el desánimo empezó a asaltarme. Cada vez se hacía más tarde y debía irme al trabajo, pensé –no podré hacer una mascarilla casera, no tengo habilidades manuales, además no tengo los materiales y soy pobre –resoplé con las manos en la cintura y lentamente me senté en la cama, mirando el piso fijamente de pronto mis ojos se abrieron, ante mí estaba la solución, como una revelación se presentó ante mí lo que necesitaba y no había podido ver, siempre estuvo ahí.

Lo tomé enérgicamente me lo puse en la cara y sin dudarlo pensé «No tendré habilidades manuales, no tengo los materiales, soy pobre pero soy 100% original» quizá después de esta hasta famoso me haga.

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