—Llevo años diciéndolo doctor.

—Esto es diferente, se trata de una pandemia.

—No busques más fármacos. Bastará con la tila.

—¿Sigues pensando que es cosa tuya?

—Sigo pensando que Él me ha escuchado y habla a través de mí. 

—¿Insinúas que ha extendido este virus?

 —¿Virus? Penitencia, más bien ¿Cuándo salgo de aquí?

—Hoy mismo, si quieres…

—Lo prefiero, estos cristales interrumpen la comunicación.

—Insisto, te doy el alta porque has dejado de lesionarte y la ansiedad ha descendido considerablemente ¿Practicarás las respiraciones?

—Te lo agradezco de veras. Sé que no dejarías que me dañara, soy crucial en este momento.

—En cualquier caso, recuerda que no puedes sermonear a tus vecinos en el patio de luces.

—No te preocupes, han aprendido la lección. Se guardan de salir a la calle y cantan en los balcones para recordarlo.

—¿Qué piensas de los muertos?

—¿Crees que era lo que yo quería?

—Prefiero creer en un dios que no nos guarde rencor.

—Lo ha advertido tantas veces… Intenta hacernos ver lo pequeños que somos en realidad.

—Claro que lo somos pero…

—Cada uno en su sitio, en su casa.

—Parece que debamos hacerlo por miedo y no quiero temerle.

—No hay otro camino.

—Quizás el de la esperanza y la empatía.

—¿La empatía de la gente arrasando supermercados?¿O la de ésos que hacen acopio de mascarillas?

—¿Y qué hay de los sanitarios? Las jornadas maratonianas, los voluntarios, las donaciones, el esfuerzo de padres y madres…

—Vanidad. Para demostrar que no necesitamos a Dios.

—No a ése que describes 

 [Vibra el móvil]  

—Coge la llamada.

—¿Diga? Sí, eh, gracias ¿Qué le vamos a hacer? Estoy en consulta—cuelga el teléfono.

—Te has contagiado.

—Esa información es…

—Confidencial, sí. Él me lo dijo, el miedo en tus ojos…

—Como quieras, estoy seguro de que tu dios o el mío prefieren que me vaya a casa a guardar cuarentena. Deberías hacer lo mismo. Son casi las 20:00.

—¿Escuchas eso?

—Sí, los aplausos.

—Aplauden por miedo, porque al fin seré libre.

—Aplauden nuestra labor.

—¿Lo ves? No seas vanidoso.

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