A Blanca, el confinamiento la pone molesta : gruñe, grita, está tensa. Y, sobre todo, no soporta esa proximidad con sus « seres queridos » : su compañero, su hija adolescente y su gato. Normalmente, los quiere, ¡por Dios ! Pero, ahora, ¡le parencen pesados ! Es segurmante por el teletrabajo, piensa : como sólo tienen un computador en la casa, es difícil compartirlo. Y, además, el gato maúlla a menudo, le parece. Más a menudo que de costumbre.

– Oye, Marco, ¿no crees que está enfermo ? -pregunta Blanca.

-Claro que no, ¡deja la paranoia ! Es sólo que no está acostumbrado a vernos aquí todo el tiempo, es todo – responde Marco tranquilamente.

– ¡No estoy segura ! Hoy leí en instragram que maúllan cuando huelen la muerte-agrega Alicia.

– ¡Vaya, tú ! ! ¡Para con las fake news !- agrega Marco.

– ¡Miau ! ¡Miau ! ¡Miau !

-¿Qué te pasa, Biscotte ? ¡No, no podemos salir ! Tienes que comprenderlo : estamos confinados, es tonto pero es así -dice Alicia.

– ¡Miau ! ¡Miau !

-Pero, ¿qué hay tan importante afuera ? , ¡Vaya, qué raro estás hoy, por Dios !

– ¡Miau !

-¡Vale ! Mis padres están arriba. No nos verán : ¡vamos !

– ¡Marco ! ¿Dónde está Alicia ?

– Pues, no sé, hace un rato estaba en el balcón con Biscotte.

– ¡Vale ! Voy a ver, entonces…Pero, Alicia, ¿qué estás haciendo abajo del edificio ? ¡Ya sabes que te pueden poner una multa !

-Es Biscotte, mamá, ¡baja inmediatamente !

-¡A mí no me hablas así, Alicia!

-Porfavor, mamá, ¡es urgente !

-Pero, ¿Qué te pasa, Alicia ?, ¿Por qué lloras ?

-Es el abuelo, mamá, ahí en el pasto. ¡Se murió al venir a pie a vernos ! Por eso me había dicho el otro día en Whatsapp que nunca moriría solo como un tonto encerrado en su casa.

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