Prométeme que nos veremos pronto.

Prométeme que, cuando todo esto haya pasado, volveré a ir a tu casa, abriré la puerta despacio, y te encontraré, como siempre, con tu sonrisa y tus ojos arrugados por el paso de la vida.

Prométeme que vas a cuidarte, que me vas a hacer caso cuando te digo que no tienes que salir, cuando la impotencia me hace decir cosas que no debería decirte y el miedo, ese maldito miedo, me hace llorar cada vez que te cuelgo el teléfono.

Prométeme que esto no va a poder contigo, que solo va a quedar como una batalla más en tu larga de vida de victorias, y que dentro de muchos años, cuando te canses de luchar y decidas marchar, será con una sonrisa, rodeada de todos los que te queremos y con la certeza de que la Muerte solo pudo arrancarte de nuestro lado cuando tú y solo tú decidiste que había llegado el momento.

Promételo, abuela.

Promételo.

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