Me aburre el fin del mundo

Inclinaba su cintura en la posición precisa cómo para encarar una curva peligrosa al borde del abismo. No usaba casco y sus pelos flameaban con el viento. Se aferraba al manubrio y sus ojos miraban achinados al frente. Siempre había soñado con afrontar en una Honda a toda velocidad, la ruta de montaña. Sin embargo ahí estaba. Lucía únicamente unos viejos boxers y sus pantuflas de perrito. Desparramaba su enorme barriga sobre la bicicleta fija de ejercicio y el aire de un pequeño ventilador, le golpeaba en la cara. Imitaba el rugido de una moto con su voz. Brrrr, Brrr. La cuarentena que el Gobierno anunció un mes atrás, lo había confinado a un ridículo aburrimiento para siempre.