Una visita inesperada
Hoy también me despierto al mediodía. Me volteo de lado, dando la espalda a las ventanas, y me tapo los ojos con la almohada, para esconderme de los rayos de sol que atraviesan mis persianas destartaladas y eternamente cerradas, intentando volver a dormirme. Lástima que me llamen a la puerta. ¡Qué raro! Entonces me levanto...