Cachimba
Salve, María, tu vientre desolado.
club de escritura Fundación Escritura(s)-Fuentetaja
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Perder la inocencia Salve, María, tu vientre desolado.
Las lágrimas resbalaban de sus ojos escondidos bajo la gorra y desaparecían perforando la nieve esponjosa recién caída. Su madre y sus dos hermanas lloraban desconsoladas, sin ocultar los ojos enrojecidos por la pena y la vergüenza. El clérigo mormosteaba de memoria y con poco entusiasmo el típico sermón que podría servir para despedir a cualquier...
Dar vueltas con la cabeza colgando en ese desvencijado juego de parque infantil; lo más parecido a la meditación. Después podía oler en mis manos el óxido. Me encontraba en un periodo de gracia, por mi edad debía despedirme pronto, y muy a mi pesar, del mugre y del suelo. Aquel puente de tierra y...
Raquel era una pequeña ballena que nadaba con sus grandes hermanos por todo el océano pacífico, en este pequeño viaje los acompañaban también su tía, era una ballena vieja y simpática; todo era tranquilidad en la odisea de la vida hasta que se cruzaron un pequeño pez con ansias de experimentar las olas gigantes del...
Aún recuerdo cómo se sentía tener el corazón pleno de bondad, sin cabida para ningún sentimiento que no fuera felicidad. Puedo ver a través de esos ojos almendrados de esa niña pequeña con cabello rizado, que solo ansiaba descubrir las mil maravillas que alberga este maravilloso mundo. El tiempo iba muy deprisa, y yo ahora...
El día está frustrado en el conjunto de melancolías propias del mes de enero y, sin embargo, un ápice de esperanza nace revoltoso de un grito matutino. –¡Asume las consecuencias! –tras ello, la puerta concluye la conversación con un cierre que, posteriormente, desparrama pasos por el portal. El frío y el eco, que son dos...
Subí las escaleras hasta llegar a la casa. Llamé a la puerta y me abrió Aurora, la madre de mi amigo Carlos. Enseguida me invitó a entrar. Ya estaba allí mi hermano jugando con el suyo, les encantaban los indios y los vaqueros, tenían figuras pequeñas. Se pasaban horas. Yo me llevaba muy bien con Carlos,...
Esos días de infancia, llenos de preguntas, de simples alegrías, de miedos infundados, de sueños incumplidos, de tiza y pizarra, de juegos y risas. Domingos interminables, con aroma a leños y sabor a vainilla. ¡Se ven tan lejanos! como si otros los hubieran vivido y no hubiéramos sido nosotros, esos niños con la mirada nueva de...
Hasta aquel día el espejo le devolvía la imagen de una niña sonriente de 10 años de tez trigueña que movía los labios haciendo como que cantaba la canción que sonaba en el tocadiscos: a por ellos, mis valientes, con la espada, con los dientes... Allí sola frente al espejo, ella era Marisol: actriz y...
La escuela siempre me resultó un refugio apacible, un remanso de pequeñas alegrías, aunque confieso que esa atracción emergió con auténtica intensidad al completar el segundo grado. Fue en el tercero, en una escuela recién inaugurada, cuando todo asumió un cariz distinto. La edificación, todavía perfumada con el aroma de lo nuevo, se convirtió en...
Parece que se va haciendo costumbre el entregar las cosas a último minuto, ¿no? Dicen que el ser humano es un animal de hábitos. De todas formas, esta historia me la contó un amigo (le había pasado cuándo tenía 5 años más o menos): «En la clase siempre nos sentábamos juntos Paolo, Rodolfo, Juan y...
Recuerdo con exactitud el día en que perdí la inocencia, fue el 14 de abril de 1974. Fecha fijada para mi primera comunión. Lo quería mucho a mi abuelo, que era mujeriego, jugador, bebedor, holgazán y algunas otras virtudes, todas ellas castigadas con el fuego de las profundidades, según yo venía enterándome en los últimos meses....