Había una vez un sueño

Había una vez un sueño

Pamela Rios

27/04/2020

En un tiempo, hace una década atrás. Una decisión fue tomada, en aquel momento fue en profundidad, o tal vez no lo fue tanto.

El tiempo borra, el tiempo desdibuja los deseos, el tiempo nos deja mirar con ojos diferentes decisiones que en un tiempo fueron las acertadas.

Emigrar a un nuevo lugar. Todavía recuerdo la excitación de esta sensación. Mezcla de alegría por la aventura hacia lo desconocido y, miedo por lo que se venía, la despedida.

A lo largo de los años es ese dolor a la despedida lo que sigue acompañándome, está presente cada vez que voy a volver y cada vez duele más. No me acostumbro a eso.

La nueva tierra dio alegrías pero quizás nos exigió un sacrificio enorme. Digo quizás porque no sé cómo habría sido mi vida en mí País.

Sin duda el haber quedado no me habría producido el desapego afectivo al que nos vimos expuestos. Para mí el gran costo de esto fue lo afectivo y todo lo vivo desde esa perspectiva.

Lo que sé es que volveré al lugar que me vió nacer a reencontrarme con él y sus afectos.  Por qué lo vivido, ya pasó. 

Hoy solo queda llenarnos de nuevas vivencias con los viejos afectos. Recordando lo que nos unió. Que en definitiva es lo que nos mantiene vivos, sensibles y Amados.

Es intentando ser fiel a uno mismo lo que me impulsa a  pensar en mi vuelta. Vuelta que ya no es  con el conjunto de personas que fue la partida una década atrás. Ahora esta vuelta es individual, donde comienza primero por mi viaje interior, por mi viaje hacía mí, hacia mi esencia. Emigrar hacia lo más profundo de mis emociones. Quedando al descubierto esa necesidad imperiosa de volver a reinventarme rodeada de las costumbres que me acunaron y me formaron en la persona que soy hoy.

Los ojos de los otros muchas veces confunden y otras muchas suelen ver lo que uno no quiere. Hoy yo solo quiero seguir el camino de mis ojos y mirar desde mi interior y poder apreciar ese Río ancho como mar, que me acompañó durante muchos años. Es hacia donde voy. Hoy decido hacer el camino a la inversa para relajar el corazón. Borrar esa sensación amarga que es la despedida aunque esa decisión de hace 10 años atrás marcará mi futuro. Porque una gran parte de mí quedará aca y tal vez mi necesidad de evitar despedidas tan solo me llevará a seguirlas viviendo.

Así que hoy desde mi anhelo por la vuelta me voy preparando para superar e intentar que la despedida se torne más cálida tan solo por el simple hecho de pensar en el abrazo que se aproxima y no en el que dejamos atrás.

Pamela.

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