Patria

Hacía una semana. Afuera el mar, la noche y el viento.

Dentro de una espera infatigable se suspende su vida, ocupada por muchas rutinas, por invariables situaciones que lo retornan al lugar del principio. Su dolor es más intenso. Infinito dolor de despedida.

Al segundo día, el mar me pareció más azul. Los rostros buscaban su porción de intimidad, de morada encontrada entre las sombras, o en la multitud ocupada por el llanto.

Es seguro que la esquivo, que no quiera verla. Si me aparto unos instantes, veo el rostro de la muerte, el deseo quebrantado, la cáscara vacía, la metamorfosis del rostro que, estando vivo, vive en la mirada, en los ojos, en las muecas, la sonrisa… y es nada.

No entendí lo que se llama “patria”. Mi padre entregaba al océano sus ojos furiosos y pasivos, que arremetían hacia las profundidades inexplicables. Nos fuimos- repetía. Palabras que estallaban en la rispidez de su boca entregada a la nostalgia, a la amarga conciencia de quien se resiste incesantemente a lo prometido.

Nuestro ruido ante el dolor no es puro. Es un ruido construido, aprendido, inventado. La muerte es solo la tristeza por el hueco, por el vacío y por la ausencia sin explicación. Aunque quisiera, no puedo alcanzar su desamparo. Es así, tan llano como una linea sin punto, como un dibujo plano sin relieve. Es el verdadero dolor. La verdad del dolor que vive en sus ojos, en su aullido, en la cadencia con que se mueve su cuerpo, sus manos. Su dolor es su vida ahora. Es su patria, la tierra que encierra su llanto, su estéril distancia entre lo suyo y lo extranjero.

¿Qué imágenes ahogadas en su garganta, a punto siempre de estallar en un llanto ciego e infinito, se ha tragado el mar? ¿Qué músicas resuenan en el piano de la memoria, en la pérdida de todas las notas que no se tocarán jamás?

Evadiendo la pregunta, porque la pregunta está demás. Promesa de olvido, necesidad que insiste en la nostalgia, el poder del viento atravesado en la respuesta.

¿Dónde mi tierra?¿Dónde mi desesperación por el desprecio de la tierra perdida, en el fundirse de su ausencia, en esta infinita necesidad de comprender?

Con pasos tan oscuros como la noche, transito la memoria desnuda, sin retorno, inevitable. La memoria que continúa sangrante en la tierra nueva, en la huella por lo perdido, por el cuestionamiento instalado en la respuesta.

Después… más lejos, la desnudez de los días se cubrirán de historia.

M.P.

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