Promesa
¡Oh, Dios! ¡qué celos sentía! él era apenas un niño pequeño, un infante de bonitos cabellos que aún no aprendía siquiera su nombre y allí estaba ella, sintiéndose tan boba y celosa ¡tan egoísta…! No debía ¡no podía sentirse así! que hermana tan deplorable y perversa… No entendía por qué, si hace apenas unos minutos...