Estaba agotado de tanto trabajar. Llevaba horas en mi despacho intentando como loco encontrar una manera de aclarar mi mente, pero nada de necesario.

Habían pasado cinco años desde la última vez que la había visto y aún con ese tiempo encima, no me la podía sacar de la cabeza. Pensaba a diario en ella y solo soñaba con tenerla en mis brazos para poder abrazarla nuevamente; quería dar solo un giro a mi reloj y detenerlo todo si con eso lograba tenerla conmigo otra vez y sabía exactamente qué hacer.

—¿Cristen, podrías reservar un vuelo por favor?— pregunté mientras recogía algunos papeles de mi escritorio.

—Por supuesto señor Fielning— habló la chica-, tendré que cancelar algunas reuniones.

—Has lo que quieras, Cristen— murmuré agotado y la chica solo de dispuso a reservar mi vuelo.Iría a América otra vez y podría verla. Allá la encontraría y le explicaría mi manera tan atropellada de marcharme y esperaba que ella lo entendiera, eso era lo que más deseaba en la vida.Di un paseo por las calles de Londres, observé un poco el lago Erie y me detuve a pensar en ella. Odiaba al tipo cliché en el que me había convertido y de vez en cuando extrañaba al Harry fastidioso que ella solía detestar, pero el tiempo había pasado y nada había cambiado. Aquel viejo recuerdo seguía tan latente en mi memoria y no había podido cambiar las cosas.Escuché el sonido de mi celular y me dispuse a contestar porque esperaba que Cristen me diera buenas noticias. Esperaba poder saciar mi inquietud de una vez por todas.

—Señor Fielning, tengo su vuelo reservado— me informó mi asistente—, sale mañana a las ocho y por favor regrese pronto porque hay muchas personas que esperan reunirse con usted.

—Descuida Cris, volveré pronto— dije mientras observaba el agua quieta. Mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho y eso solo era una pequeña muestra de lo que ella causaba en mi.Me apresuré a volver a casa y llené mis maletas lo más rápido que pude y luego me eché sobre el sillón a mirar la ciudad desde lo alto de mi apartamento. Era todo maravilloso desde ahí y cada vez que lo observaba sentía como si viviera otra vez. Sentía que el tiempo no había pasado y que estaba a punto de empezar una nueva vida y no era mentira todo aquello. Volvería a vivir. Volvería a encontrarme con ella.Cuando sonó mi alarma por la mañana lo primero que hice fue tomar aquella caja llena de barras de chocolate que tanto me gustaban y las guardé en mi maleta; me duché después de esto y me apresuré a llegar hasta el aeropuerto porque estaba ansioso por marcharme de Londres.Nunca me había sentido así. Nunca había tenido tantos deseos de huir.El viaje duró bastante y cuando fui consiente de todo, estaba pisando la vieja alfombra cubierta de polvo; se sentía extraño volver y aunque solo había vivido poco tiempo ahí, me alegraba volver, pero aquello no tenía que ver con la casa en sí. Era ella que tenía todo que ver.Me senté en el porche y observé la casa del otro lado de la calle. La habitación de ella estaba oscura y le rogaba al cielo para que no se hubiera marchado ya. No soportaría eso.Un Audi de color negro se detuvo frente a la casa y yo me quedé helado al observarla salir del auto. Estaba igual, la única diferencia era que su cabello ya no iba tan rizado, ahora estaba ondulado y estaba más llena de vida. Podía notar aquello desde ahí.

—¡Ya vete!— dijo entre risas y el chico se acercó para besarla—. Te quiero.

Lo observé alejarse y ella entró en su casa rápidamente. Ya era tarde, así que supuse, iría directo a su habitación y yo no podía perder más tiempo.Necesitaba verla.Subí con torpeza el viejo árbol y llegué hasta su ventana; su habitación no había cambiado nada. Los póster de las bandas seguían ahí y su estante de libros estaba intacto.Al parecer no había notado mi presencia y la verdad es que no quería romper el silencio. No quería permitir que dejara de bailar mientras tarareaba aquella vieja canción. Estaba perfecta.Entonces se giró y sus ojos se encontraron con los míos y algo en mi pecho se estremeció.

—¿Harry?— dijo con un hilo de voz y yo solo asentí lentamente mientras sonreía—. No puede ser ¿Que estás haciendo aquí?

—¡Volví!— dije emocionado.

—¡Alto ahí capitán!— soltó. Parecía molesta—. Esta vez no te llevarás el tesoro.

—Hailey…

—Ni siquiera lo pienses—me advirtió—. Esta vez no voy a permitir que me hagas daño. Tengo una vida y ya no estás incluído en ella.

—Hailey por favor— supliqué. Quería explicarle el porque de mi viaje tan repentino—. Necesito que me escuches. Ya no soy como antes, he cambiado.

—¡¿De verdad?!— casi gritó—. Entonces ya no eres el chico irritante que se colaba por mi ventana para fastidiarme. Ya no eres el Harry que amaba las peleas y fumar cigarrillos.Asentí y ella solo soltó una risa sarcástica. Me dolía que no creyera una sola palabra de lo que le estaba diciendo.

—No te creo— murmuró y la observé tomar su bolso rápidamente—. Sigues siendo un cretino.La observé que cruzó la puerta rápidamente y me apresuré a seguirla. No la perdería otra vez. Tenía que recuperarla porque ya estaba bastante grande y sabía perfectamente lo que quería.La quería a ella.Sus zapatos resonaron por la calle desierta y no tuve otra opción más que hacer aquello. La tomé en brazos y la lleve hasta el garaje de mi casa para dejarla en mi auto. No la perdería y necesitaba que se calmara para decirle toda la verdad de lo que había sucedido.

—¡Harry déjame salir!— gritó mientras golpeaba la ventana. Arranqué rápidamente y conduje sin destino. El verano empezaba y la brisa que se colaba por mi ventana hacía que me sintiera libre y feliz.

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