Ceniza
Infraordinario. Estuvo viniendo a morir a la entrada de casa. Venía todos los días, o casi (sabía si había estado por el montoncito de ceniza de la entrada, camuflada entre las hojas del prunus que caían igual en verano que en otoño y en invierno). Venía despacio, apoyando sus pocos kilos y su vida larga...