¿Corté lirios, o girasoles? Me toco la oreja izquierda !Lirios! Siempre llevo lirios. Ella los prefiere. Los conserva entre las páginas de un grueso Larousse. Pero ella no está, no la encuentro. Sobre el columpio abandonado y oscilante… ‘El tesoro de Juan sin tierra’ ¡Qué locos enamorados! Huimos dejando atrás el pie de monte, la hacienda, a su padre, Juan con tierras, su amo y señor… Cabalgamos a todo galope por una llanura sin horizonte… Despierto agitado.
Decido levantarme. Echo la sábana a un lado y me siento al borde de la cama. Extiendo el brazo derecho hasta la mesita de noche para atrapar los espejuelos, tanteo la superficie, la torpeza casi los tira al piso, desisto, no los necesito, todo está oscuro. Sentado aún, giro el dorso hacia la izquierda, siento su respiración, el olor a lavanda; palpo, pero no está. Me inquieto. No logro acoplar el sueño con la realidad. Me calzo y salgo de la habitación pegando suavemente la puerta al marco para evitar el mínimo ruido.
Estoy en el baño. Espacio repleto de nuestra intimidad: mi prótesis dental, las auditivas; varios cepillos, pasta dentífrica, las cremas de ella, el gel, las toallas, su motera, el botiquín con nuestros medicamentos…De pronto la imagen en el espejo: nuestros cuerpos desnudos y pegados como muchas veces antes del presente; el sonido del agua cayendo sobre nuestros cuerpos arrastrando los gemidos y las ganas de entonces, nunca reprimidas. Regreso a la cama ¿Acaso sueño todavía?
Me zarandea. Corre las cortinas de la habitación. Entra la luz, los ruidos de la mañana, la brisa. Observo el colibri que cada mañana me divierte con sus movimientos de acróbata frente al comedero que cuelga en el balcón. Ella me recuerda que hoy cumplo setenta y cuatro años, y ambos cuarenta y dos de maridaje… Ahora está de pie frente a la cómoda. Su mano huesuda acaricia la tapa del viejo Larousse.
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