Alguna parte de mí en algún lugar

Alguna parte de mí en algún lugar

Milena Medrano

28/12/2017

Será que me vi presa de mi infancia.
Será la duda la cual me envenena el pensamiento.
Será que fui dos en un solo cuerpo.
Y sí, lo fui. Me encontré en mi barrio querido en una ciudad grande; aquella que me hizo correr algunas noches atormentada por el miedo de no llegar. La misma que me cobijó noches de melancolía hacia dónde sabe quién, y donde sabía que nadie me encontraría. Aquellas calles que me dieron su mano para alejarme de la lluvia en mi cabeza. Las mismas que, algunas otras veces, fueron ellas las causantes del mar peligroso en mí.
Fui quien recorrió, noches enteras de insomnio, cada esquina de Balvanera. Donde se encuentra ese «chino» el cual se proyecta como cerrado pero a los chicos del barrio nos abre para comprarle una cerveza.
Soy la misma que se quedó atardeceres en la puerta de su casa, fumando un cigarrillo, viendo pasar los autos y escuchando silbidos asquerosos.
La misma que alguna vez se cansó de caminar, y simplemente abandonó su cuerpo en alguna plaza envuelta de pasto.
Sin embargo, sigo siendo dos.
Aún sin entenderlo, tengo dos infancias en mi piel. Tengo dos barrios en mi ser. Caminé muchas noches pretendiendo encontrarme, aún estando dentro de mí.
Fui quien fui en el barrio de la ciudad grande, tanto como en la casa de mi abuela en aquel pueblo inundando de libertad.
Soy quién seré cuando me vaya. Cuando le cuente a mis hijos que no hay libertad más hermosa que la que nos permitimos ser. Les diré al oído que corran, agarren una pelota y se tiren bajo el sol; que caminen sin miedo, aún cuando todo en su alrededor les diga lo contrario.
Me escribiré un cuento, para no olvidarme nunca. Donde vea cada locura que llegué a hacer, tanto por amor como por deseosa de libertad. El cual me abrirá los ojos cuando me encuentre perdida.
Me leeré cuando mis pies, cansados de girar, lleguen de vuelta a casa otra madrugada, después de recorrer una ciudad entera.
Me encontraré en una incógnita.
¿En dónde?
Aquí, y allí. En cada pueblo, en cada ciudad. En cada barrio.
Recordaré cuando mis ojos se clavaron en aquel colombiano, de piel morena y acento hermoso, con sus trucos malabaristicos, en la esquina de mi casa.
Recordaré, entonces, una de las tantas plazas que recorrí, aquella que está a dos cuadras de mi hogar, dueña de abrazarme en noches (mañanas y atardeceres) de soledad. También veré, aquella otra plaza un poco más lejos y el recorrido hacia ese lugar; quince cuadras donde la música acompañaba mi paso y donde enfocaba en mi pensamiento la gran duda de a quién me encontraré. Aquella segunda plaza, dueña de ranchos y aventuras; inconscientes noches de alcohol y locura, amigos y novios, desconocidos y quienes quisieramos desconocer.
Dejo atrás una parte de mí, y me voy.

Viví dieciochos años sintiéndome parte de mi barrio. Sin embargo, no puedo negarlo. Son ellos también quienes se sintieron parte de otro, en otra ciudad.
Hoy, le toca cambiar. Irse a otro lugar para volver a sentirse plenos.
Ya que aprendí, que no soy de acá ni de allá. Soy quien mis pasos y mis manos desean buscar y encontrar.

Soy quien seré cuando en cada barrio vuelva a renacer.

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