La Merced: Barrio de tradiciones, historias, comercio y secretos.

La Merced: Barrio de tradiciones, historias, comercio y secretos.

Mónica H. Quiroz

12/01/2018

En el corazón del centro histórico de la Ciudad de México, se ubica el tradicional Barrio de la Merced, cuyos orígenes se remontan a la época del México – Tenochtitlán. Con olor a la popular comida mexicana, nos cuenta la historia de la llegada de armenios, judíos y libaneses, cuando en el siglo XIX arribaron al país huyendo de la guerra Otomana.

Los colores de los dulces típicos mexicanos, resaltan a simple vista, enamorando a propios y extranjeros. Sus calles, repletas de monumentos, platican que sus ojos vieron nacer al famoso pintor y muralista Rufino Tamayo así como al abogado y periodista Jacobo Zabludovsky, entre otras personas de fama.

Este barrio mágico de la ciudad, llega al gusto artístico por su arquitectura colonial y por el folklore de sus mercados, uno de ellos: el mercado de Sonora que contiene en sus entrañas: amuletos, veladoras, conjuros, inciensos y expertos que realizan trabajos sobrenaturales para aquellos creyentes en la ayuda procedente de espíritus o santos.

La Merced barrio alegre, que abastece de productos a los citadinos de la más amplia gama, tales como: frutas, verduras, ropa, juguetes, zapatos, etc. Y es donde se dan cita comerciantes para abastecer sus negocios en otros puntos de la ciudad y amas de casa, esperando encontrar de lo mejor para alimentar a sus familias.

Ese aire con olor a comida popular mexicana, comienza a mezclarse con un olor a perfume barato y esclavitud. En una de las avenidas principales de este barrio se encuentran mujeres, vistiendo ropa ajustada, corta y dejando muy poco a la imaginación, que ofrecen su compañía a los caballeros que se las pidan.

Unas de ellas por voluntad y otras por ser presas de la esclavitud del siglo XXI, trabajan sobre sus altas zapatillas de día y de noche. Los insultos de algunos de los visitantes al barrio no se hacen esperar y las ofenden por considerar que su actividad atenta contra la buena moral.

¡Zorras!, ¡Pirujas!, ¡Putas!, ¡Viejas de moral distraída!, etc. Son solo algunos de los multitudinarios sobrenombres que les ha impuesto la sociedad, que sin conocer su condición, las clasifican de esta manera. Tal vez es porque la sociedad desconoce, o simplemente no le importa, la situación tan dolorosa que aqueja a nuestras mujeres. La humillación a la que son sometidas en contra de su voluntad.

Prostituirse, dicen, debe ser fácil, solo tienen que abrir las piernas; sin embargo no cuando se trata de tener alrededor de treinta clientes al día para cumplir la cuota.

Esta práctica, no eclipsa el festejo de Nuestra Señora de la Merced o del Señor de la Humildad, cuyos templos son joyas arquitectónicas. Los festejos están repletos de la tradición mexicana: mariachis y procesiones son un claro ejemplo de ello.

El barrio de la Merced se vive, se disfruta, se huele. Se recorre a pie y se saborea la mezcla de olores y sabores que desprende. Este peculiar barrio cuenta una buena parte de la historia de México y de algunos de sus refugiados como los judíos. Quienes ahora se han expandido por varias zonas de la ciudad para darle, con su ideología y tradiciones, una pizca de extravagancia al valle de México.

Este barrio especial no podría ser ajeno a las historias de suspenso. Cuenta el relato público de la rata gigante que corre por sus calles, atemorizando a los habitantes debido a su tamaño que es comparable con el de un perro pequeño y que en una ocasión intentó comerse a un bebé de cuatro meses de edad. También narra aquella historia fantasmal de la aparición de sesenta almas en pena por las calles de la Merced, solo durante los fríos días de diciembre; esto debido a que en diciembre de 1988 aconteció un incendio devastador del entonces mercado de la merced donde perecieron sesenta personas, en su mayoría mujeres y niños.

Todo esto guarda el majestuoso barrio de la Merced, ubicado en el centro de mi enigmática y peculiar Ciudad de México.

Mónica H. Quiroz.
México.

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