I



Llevaba días pensándolo.

En una breve carta se despidió pidiendo espacio.

Cogió una pequeña maleta mientras él iba al trabajo, metió lo justo para pasar unos días fuera. Solo un «No te preocupes, solo quiero pensar en mí.»

El pensaría extrañado qué coño significa eso… ¿acaso no le dejo pensar?.

Algo dentro de mí no funciona bien.

¿Qué más puedo desear? Mis hijos son adultos, independientes, con una carrera, trabajos económicamente estables y prósperos. El cargo que ocupa mi marido ha permitido no solo que no nos falte de nada, sino que les ha facilitado el futuro a nuestros hijos.

Según él…Se lo ha ganado a pulso. Y es cierto, los viajes, las horas y desvelos dedicados han dado su fruto. Solo hay que ver la enorme y cómoda casa que tenemos con su jardín y su piscina.

La gente que va a casa, que la mayoría ni conozco, siempre queda impresionada y él siempre contesta lo mismo… «Eh tío, que yo me lo he currao».

Lo peor de tenerlo todo es que cuando te quejas siempre te contestan igual.

«Y qué más quieres, no te entiendo».

Y esa frase, no solo tengo que escucharla de él, sino de amigas y familia.

II




Me relaja conducir.

Pero conducir despacio, sin prisa. Porque me gusta mirar hacia los lados mientras paso por la calle principal.

Mirar de lejos, de pasada, con las ventanillas cerradas sin escuchar el ruido de la gente. Todos parecen tan ocupados, de aquí para allá, con un objetivo, sus pasos ligeros y hábiles parecen gritar pidiendo paso.

Qué extraño es sentir que no tengo sitio, y lo que es peor…que no sé dónde ir. Incluso ahora que me marcho no sé hacia donde debo hacerlo.

Tanto tiempo dejando que decidan por mí. Viviendo por mí, que he olvidado cómo se hace.

III



Oigo voces en mi cabeza,
el pasado se repite,
pero sigo conduciendo
sin saber donde mi libertad comienza.

Esas voces lejanas
son ecos, solo ecos
que como pedazos de cielo
se convierten en escarcha.

Mi nombre retumba en silencio
pero yo solo siento mis manos
agarradas al volante
mientras busco lugares lejanos
para vaciar mi alma sangrante.

Solo quiero sentirme
como cuando era niña,
con aquellos sueños limpios
y deseando siempre…irme.
Una tierra que no ata,
sin raíces ni contactos
una familia que desata
sin entender apenas, sus actos.

Y sigo oyendo sus voces
su pena y llanto me entristece
pero sigo sin sentirme cerca
sin sentir los lazos que me arrastren.

Me siento lejana y distante
mi cuerpo flota ligero
aquí todo es paz y calma
nada engancha mi alma,
solté lastre en ese sublime instante.

No sé cuándo decidí
lo que realmente era importante.
Cuándo supe escribir mi propia historia.
Solo sé qué en el momento que escuché sus voces
la voz de mi alma, se escuchó con más euforia.

IV



La médica entró en la habitación del hospital donde la familia estaba reunida alrededor de una cama, donde una mujer hacia días que entró en coma después de un accidente de coche.

Al pasar el puente, alguien se saltó un semáforo en rojo.

El pitido de las máquinas y una línea plana anunció, por fin, su partida.

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