Cuerpo amarrado, alma sin límites.
Libertad. Soñaba con poseerla tanto, que la piel obstinada la exigía aun cuando el látigo surcaba trazos imborrables en ella. La sangre lloraba; la impronta solar sufría la perenne esperanza. Mas la joven insistía en ser ave europea. Con frenesí tiraba de las cadenas, y lastimaba la tierra con su alma. La armonía del castigo...