Ahí va otra vez Filomena para la Iglesia

Ahí va otra vez Filomena para la Iglesia

Gladys Aimola

24/01/2019

Ahí va otra vez Filomena para la Iglesia, es pleno martes y son las 6:00 am. Su examen es a las 7:30 am. así que escasamente tiene tiempo de llegar a la universidad.

Arrodillada ante la cruz repite una y otra vez la misma oración mientras observa el reloj con angustia. Heredó de su madre un rosario dorado que venía en su familia de generación en generación. Con su fino rosario en la mano y muy inquieta, por fin termina su tarea: 5 rosarios y 4 ave marías. El tiempo parece no tener compasión y pasa más rápido de lo habitual. En el bus, camino a la universidad, saca una pequeña herradura de bronce, es un regalo que le hizo su tía, la frota con sus manos y repite palabras inaudibles para los otros pasajeros, su corazón esta agitado y el miedo se apodera de todo su ser.

7:28 am. y apenas está en la entrada de la universidad, corre tan rápido como puede y al final del eterno pasillo alcanza a ver a su profesor cerrando lentamente la puerta mientras empuja con un libro a los alumnos que están ingresando. Filomena no alcanzó a entrar, se acerca a un salón desocupado, se arrodilla y empieza a rezar pidiendo a Dios que el profesor se conduela de ella.

– Hola Filomena, ¿Qué paso?

Pregunta su profesora de administración.

– Llegue tarde y el profesor de contabilidad me cerró la puerta y tenía el examen final.

– Pero vamos niña, ¿ya hablaste con tu profesor?, que haces ahí tirada, soluciona tu problema, ve y pídele que te deje entrar.

– Si señora, lo intentare. Gracias

En su mano izquierda, sudada y temblorosa, llevaba la herradura, en la otra mano el rosario y en el cuello una medallita de la virgen milagrosa.

Se acerca llena de miedo e intenta tocar la puerta pero observa por la minúscula ventana que ya iniciaron la prueba y que el profesor ni siquiera se percata de su presencia. Desiste y se marcha.

En la capilla de la Universidad se perciben sus sollozos, y entre lamentos se escucha su pelea con Dios:

“¿Por qué me abandonas? ¿Qué más quieres de mí?, anoche ore hasta la madrugada, tu sabes lo importante que era este examen para mí. Te pido que me ayudes, hazme el milagro de poder pasar esta materia, como ofrenda a ti prometo no tomar café en dos semanas, tu sabes Diosito como me hace falta tomar café, así que es un sacrificio muy grande, pero ayúdame por favor”

Llego la hora de la cena y Filomena, su madre y su padre se toman de las manos para hacer una oración, la misma que hacen cada vez que comen juntos. Su padre hace el honor, sus palabras salen sin ganas, rápido y sin mirar a nadie, sus ojos están clavados en el frutero, y lo observa sin ninguna emoción; concluyen la oración y sin mediar palabra terminan su cena. La señora lava los platos y suspira, el señor lee la prensa y Filomena va a su habitación y cae profunda después de tan estresante día…

En la mañana Filomena sale de su casa directo a la iglesia, una cita con su profesor de contabilidad estaba tan solo a unas horas de suceder, así que el miedo la paraliza y necesita fuerza celestial para enfrentar ese momento. De camino, en la librería de la esquina, una fila de personas llama su atención; a través del vidrio de la librería se ve una chica como de 20 años, sentada firmando autógrafos, con una sonrisa radiante y una actitud ganadora que Filomena no pudo dejar de envidiar.

Como pudo y sin que se notará, Filomena saltó la fila para llegar a ella.

– Hola. Dijo Filomena de manera tímida.

  • Hola, ¿cómo te llamas? ¿Firmo el libro para ti o para alguien especial?

De la boca de Filomena sale una pregunta que ni siquiera ella había pensado, tal vez fue su inconsciente quien preguntó.

-¿En qué crees?

Un poco extrañada la joven escritora levanto su mirada

– ¿A qué te refieres?

– ¿Qué cuál es tu religión?

– ¿Sabes? Nunca me he puesto a pensar en eso. Creo en la vida, en mí, en algunas personas, en el respeto hacia lo que me rodea, en que el cambio empieza por cada quien… aunque no soy atea, la religión no es un tema relevante para mí. No es tan importante en lo que creo, es más valioso ser consciente de como pienso y actuó.

– ¿Y no tienes miedo?

La chica sonrió y entendió que a Filomena no le interesaba su libro y remato ese extraño encuentro con una respuesta que parecía elaborada por alguien con sobrada experiencia…

-Sí, siento miedo, muchas veces, pero ese miedo me da fuerza para hacer lo que hago, enfrentarlo es lo que me permite vencerlo y lograr lo que sueño. La fuerza sale de dentro de mí, puede ser creada por un ser superior, o por energía, no sé, no importa. ¿Sabes? No permito que ningún miedo me limite ni que ninguna creencia me controle.

Los ojos de Filomena brillaron y una sonrisa de paz apareció en su rostro, fue un momento revelador que le quito un gran peso de encima. Salto sobre la joven escritora y le dio un gran abrazo.

Filomena ese día no fue a la Iglesia y tampoco a la Universidad…

Un auditorio de tres mil personas esperaba ansioso, de repente una bella mujer ingresa al salón, todos aplauden y se ponen de pie. El maestro de ceremonias la presenta:

Demos la bienvenida a Filomena Marqués la escritora y conferencista que ha cambiado la vida de millones de personas.

Los aplausos y ovaciones son intensas, las lágrimas recorren sus mejillas y la emoción aflora en su rostro.

Buenas noches, gracias por estar aquí.

Siempre empiezo mis charlas con la siguiente pregunta…

… ¿Ustedes creen en la religión que profesan, por miedo, por costumbre o por convicción?

Esta pregunta cambio mi vida…

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