La Ruta del Conde Drácula

La Ruta del Conde Drácula

Aunque el sol ya ofrecía la oportunidad de disfrutar de las playas de mi ciudad, yo estaba sentada frente a mi ordenador. Estaba recién operada y entre que aún no podía moverme demasiado bien ni podía darme el sol no tenia muchos entretenimientos. Pasaba el día trabajando desde casa y aunque recibía la visita de alguna amiga a los 34 años todos tienen pareja, niños, obligaciones… No soy una gran fan de la televisión, así que me dedicaba a leer algún libro y curiosear por internet. Ya había pasado casi un año de mi ultima ruptura y en contra de lo que pensaran muchos a mi alrededor no tenia ninguna intención de empezar una nueva relación. Investigué páginas de contactos, pero nada me convencía, sin embargo si que me llevó a páginas interesantes de viajes para «singles». Esto era diferente, siempre me ha encantado viajar y ahora no tenía con quién, así que lo de viajar en grupo me parecía una idea genial. Lo primero que aparecía eran los cruceros, eso no me gustaba nada… la idea de varios solteros de fiesta encerrados en un barco me parecía horrible. Sin embargo, empezaron las rutas y entonces la vi y supe que era la mía: La ruta del Conde Drácula. Si bien siempre me gustaron las historias de vampiros, Drácula es especial, y la obra de Bram Stoker una magnifica combinación del amor y la muerte. No me lo pensé ni lo consulté, estaba sola y era el momento de aceptarlo y emprender mi viaje yo sola.

No sé que sorprendió más en mi entorno, la idea de viajar yo sola con un grupo de desconocidos o la elección de mi destino, no era exactamente lo típico en una mujer de mi edad… pero yo nunca fui muy normal.

Un día de agosto me vi a las 5 de la mañana en un aeropuerto demasiado ajetreado para ser tan temprano. Primero tenia que coger un vuelo a Barcelona, allí conocería a parte de mis compañeros de viaje, en Bucarest nos juntariamos todos con los que venían desde Madrid.

No había tenido tiempo de mirar nada sobre mi destino, así que miré los papeles que había enviado la agencia en el avión. Veríamos diferentes ciudades cada día, no merecía la pena deshacer las maletas porque casi todos los días cambiabamos de hotel… hay a quien le resultaba molesto, pero teniendo un autobús donde se quedaba guardada la maleta me parecía divertido. Visitaríamos la casa de drácula y varios castillos… aunque el más famoso y auténtico es el de Peles, es en el que cuenta la leyenda que vivió Blad el empalador… que fue quien se supone que dio paso al conde drácula… Tantas leyendas curiosas…estaba deseando llegar.

Para que fuéramos conociéndonos nos dieron los contactos y se creó un grupo de whatsapp, así que ya habíamos ido hablando y ya intuía que yo sería una de las más jóvenes del grupo, y aunque había gente de todas partes de España, yo era la única andaluza. la primera parte nos encontramos en el aeropuerto de Barcelona. Varios desconocidos presentándose diciendo de dónde vienen, inevitablemente la más joven y malagueña…no pasaba desapercibida ni queriendo.

Ese primer día fue de aeropuertos y poco visitar. Aunque ya íbamos hablando algunos y conociéndonos. El segundo día empezaba la verdadera aventura, ya estábamos los cuarenta del grupo y un guía muy particular. Su aspecto y su acento resultaban muy graciosos y recordaban a películas antiguas de vampiros, por lo que entre bromas pronto lo bautizamos como Bladi. En este segundo día no solo tenia curiosidad por las leyendas que contaba Bladi y los maravillosos paisajes que ofrecían Los Cárpatos; pronto me di cuenta que lo mejor de aquel viaje seria conocer a mis compañeros. Aunque hablaba con unos y otros sin problema, acabamos formando un pequeño grupo bastante curioso y divertido. Sobretodo guiado por el chico de donde vienen los mejores vinos. Había pasado un año muy duro y mi única intención era divertirme, pero él me echó el ojo y yo…me dejé querer. Desde el primer momento nos gastabamos bromas y nos reíamos, Nosotros mismos nos sorprendíamos de nuestra complicidad y algunos confesaban estar atentos a nuestras conversaciones porque les resultábamos muy cómicos. Sabía que no era nada duradero, pero no me importaba, en ese momento me hacía feliz y era todo lo que necesitaba. Desde ese segundo día que empezamos a hablar ya no nos separamos en todo el viaje. Aunque todos queríamos desconectar y teníamos algo que olvidar, es inevitable la necesidad de acabar contando tu historia. Aunque los castillos y leyendas eran muy interesantes, las vidas de aquellas personas lo eran mucho más: personas que habían sufrido la pérdida de un ser querido, separaciones difíciles, problemas familiares….verdaderas historias de superación que me dieron una lección de vida increíble. Alejarme de todo me había servido para ver las cosas con otra perspectiva, pero sobretodo la experiencia de hablar con otras personas fuera de tu entorno y que te den otra visión del mundo….A pesar de la diferencia de edad, todos me decían que era muy madura para mi edad. No me había casado, ni tenido hijos, pero la vida me había tratado con cierta dureza y no tuve otra opción que ser fuerte. Cuando se acercaba el final de viaje no nos daba pena por dejar Rumania sino por separarnos del grupo. Por supuesto sabía que mi historia con el chico de los vinos no era más que una aventura, aún así lo viví con tanta intensidad que se me escaparon las lágrimas al despedirme con un abrazo en el aeropuerto de Bucarest, No he vuelto a verlo, pero ese momento es uno de esos que guardas con cariño y no olvidas. Recomendaría Rumania para viajar, un país que está creciendo, pero sobretodo a los que estáis en mi situación os recomiendo la experiencia, no sólo aprenderéis de lugares, de otras personas, sobretodo aprenderéis de vosotros mismos, y eso no tiene precio. Disfruta el viaje.

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