LA DELGADA LÍNEA
Susana esperaba impaciente el final de la jornada. El reloj parecía no avanzar, la mañana se le estaba haciendo muy larga. Suerte que la siguiente era ya la última sesión. Las dos anteriores habían sido complicadas y, sin apenas descanso entre una y otra, estaba agotada. Sentía náuseas y los oídos le zumbaban como un...